viernes, 28 de noviembre de 2014

Capítulo 20

Después de dos días tras volver a casa, volvía a trabajar, me había regenerado el brazo. Bajé a comer, Ana y Carlos ya estaban abajo viendo la tele.
-Hola- les saludé asomándome al salón.
Ambos se giraron y me saludaron con una cálida sonrisa.
-Hola.- me dirigí a la cocina, cogí una manzana.
-Me voy chicos, decirle a Maite que a las 9 estoy aquí.- afirmaron con la cabeza.
-¿Vas a querer algo especial para cenar?- sonreí sin poder evitarlo, me encantaba.
-No, hacer lo que queráis, pero no os peguéis- se rieron, pero sabía que se acabarían pegado.
Me fui por el lado corto a trabajar, no me daba tiempo a hacer el recorrido enteró y con lo que pasó la última vez menos todavía.
En el límite de la valla estaba él esperándome, al verle no pude evitarlo y sonreí. Le besé sin pensarlo.
-¿Qué haces aquí? Te dije que no vinieras- me sonrió.
-Sabes que me da igual, es tu primer día de trabajo después del accidente y quería que llegases sana y salva. -Me rodeó con su brazo por la cintura- no te voy a dejar sola tan fácilmente- me susurró mientras caminábamos hacia el campo de fútbol.
-¿Sabes el problema de esto?- hizo un gesto para que se lo dijese.- que me gustaría quedarme aquí todo el día.
-Hazlo- le miré, me tentaba la idea, pero tenía que ir a trabajar.
-Sabes que hoy no puedo, la gente tiene que verme, sabes que cualquier otro día me quedaría, pero hoy no puedo.- le besé y me fui corriendo, llegaba tarde, cosa bastante normal últimamente en mí, así que decidí no romper mi tradición.
-¡Miny!- Juan Carlos, Laura y Lourdes vinieron a abrazarme.-¿cómo estás?
-Bien, preparada para un nuevo día de trabajo.
-Te tienes que venir al norte conmigo- me tocaba patrullar con Juan Carlos, después de esta semana volvería a "patrullar" sola y es entre comillas, porque daba por hecho que me iba a ir al río con Marcos.
-¿Qué tal con tu novio?- creo que se daba cuenta de que quería olvidar el tema del accidente y de mis hermanas, de las cuales se había enterado todo la ciudad prácticamente.
-Bien, bastante bien- me miraba esperando saber algo más de él, todavía no les había contado nada, solo lo sabía Laura y Fernando.
-¿No me vas a decir quién es?
-No, a lo mejor nunca lo sabes- nos reímos, en realidad no tenía muy claro si quería que algún día se enterase.
Nos tiramos toda la tarde patrullando la zona norte sin apenas problemas.
De pronto humo del centro del muro nos alentó, era en la plaza mayor. Fuimos corriendo. Mi tío estaba el primero, varias casas estaban ardiendo. Éramos los primeros en llegar.
-Hombre- mi tío me golpeó el hombro, llevaba una garrafa de gasolina en la mano, no era el único, había 6 auténticos más, y cada uno con gasolina- vas a disfrutar del día de hoy. ¿Te unes a nosotros para quemar todo?
No daba crédito a lo que oía, en frente de ellos se iban sumando clones, alguno trató de lanzarse hacía él cuando lo dijo, pero conseguí pararle. Reconocí al instante a todos los clones, él no estaba y esperaba que nadie de su familia tampoco.
Me acerqué a mí tío.
-Largaos de aquí- su cara con una sonrisa cambió, era desafiante, parecía que me iba a retar.
-¿Ahora que tienes un clon vas a estar de su lado?
-No, llevo tiempo de su lado, otra cosa es que estés tan sumergido en tu ideología que no te hayas dado ni cuenta, es lo que tiene, no vales para mucho más.
Se lazó a por mí, le solté un puñetazo que no pudo esquivarlo. Me coloqué delante de los clones para protegerlos y sucedió algo que no me esperaba, Juan Carlos, se puso a mí lado, quería protegerlos también.
Le miré y afirmó con la cabeza.
Se lanzaron de nuevo a por nosotros, uno de los hombres me lanzó un golpe a la mandíbula que conseguí esquivar, pero el siguiente no lo vi llegar y me golpeó en el pómulo. Noté una corriente eléctrica en mi cara al sentirlo, la mayoría de los clones se nos unieron y de pronto a mi lado apareció Marcos. Sentía que mi nariz sangraba, pero seguí golpeando. Los dos íbamos a por los mismo, así nos protegíamos mutuamente. Yo golpeaba algo más, llegué a por mi tío, levante el brazo y lo bajé lo más rápido que pude y con la mayor fuerza. Me dolió, al entrar en contacto con su piel,recordé el día de la reunión familiar cuando Marcos me había dejado la cara morada, recordé cada una de las palabras despectivas hacia mi persona, cada insulto, cada mensaje de desamino y eso se traducía en golpes cada vez más y más fuertes. Estaba en el suelo y le comencé a dar patadas en las costillas. Marcos me agarró.
-Ya está, tranquila- los seis estaban en el suelo, tirados, mi tío estaba tumbado en el suelo, agarrándose el estómago.
Me dirigí hacia el bosque, Marcos me seguía, cuando llegamos al río me senté, traté de no llorar, pero lágrimas ya estaban derramas por mi cara. Marcos se puso de cuclillas delante de mí y me abrazó.
-Lo siento, lo siento- mi voz se cortaba por los sollozos, sus manos me acariciaban mi espalda tratando de tranquilizarme.
-No ha sido culpa tuya- se apartó, me miró a los ojos. Me acarició la cara para limpiarme las lágrimas. -Vamos a curarte.
Llegamos a mi casa, Ana estaba subiendo las escaleras cuando me vio. Corriendo vino a mí.
-¿Qué te ha pasado? - negué con la cabeza.
Me dirigí a la cocina a por el botiquín, Marcos se quedó en la puerta de la cocina. Maite y Carlos vieron del salón. Al verme se asustaron.
-¿Estás bien?- afirmé.-¿necesitas ayuda o algo?
-Tranquila, me encargo yo de ella, no ha sido nada.-Marcos no quería que lo supiesen, yo tampoco, no quería asustarlos.
Nos subimos a mi habitación.
Me senté en la cama, él a mi lado. Me miró, con sus ojos recorrió mi cuerpo entero. Sacó el agua oxigenada para desinfectarme las heridas. Primero las de la mano, y luego las de la cara. Me había cortado el labio y en el pómulo tenía una buena raja. con mucha delicadeza, me lo curó, cuando me estaba curando la mano posé la mía sobre la suya. Me miró extrañado.
-Gracias por estar a mi lado- traté de sonreír.
-Gracias por defendernos- sonrió- no me esperaba que Juan Carlos se fuese a poner de nuestro lado.
-Ya somos dos entonces, no tenía ni idea, me ha sorprendido mucho y me alegro.
Me besó.
Nos tumbamos en la cama, estuvimos un rato hablando. Hasta que la puerta sonó. Estas interrupciones no existían hacer 2 días, pero creo que sería capaz de convivir con ello.
-¿Queréis cenar?- yo no tenía ningún hambre, así que negué con la cabeza, miré a Marcos, que también lo negaba. Ana se fue de nuevo de la habitación.
-Me alegro que los hayas acogido aquí.
-Son mis hermanos- le sonreí.
Me desperté, era muy de noche, parecía que todo el mundo en casa se había acostado, noté el pecho de Marcos debajo de mi cuerpo, me moví un poco y él se despertó.
-¿qué hora es?- su voz sonaba entre cortada. Miré el móvil.
-Las dos. ¿Te vas?
-No, me quedó contigo.
Le abracé.
-Aunque tu familia después de lo de hoy te dejé, yo estaré aquí siempre, te lo prometo. - me daba igual que mi familia se fuese, le quería a él, solo a él a mi lado, solo le necesitaba a él para ser feliz. Además ahora tenía más familia y ellos no me iban a dejar de lado por defender a los clones.
-Te quiero- salió de mi garganta sin más, lo sentía, el calor subió a mi cara, veía sus ojos en la oscuridad.
-Te amo- le abracé y me dormí sobre su pecho.

jueves, 27 de noviembre de 2014

Capítulo 19

Mi primo Fernando me estaba ayudando a guardar todo en una mochila, en pocos minutos todas mis pertenencias que se encontraban en el hospital estaban ya colocadas en una pequeña mochila que había traído mi madre.
La puerta sonó y dos pequeñas cabezas se asomaron, eran mis hermanos Ana y Carlos. Venía hacía mí cabizbajos.
-¿Te vas ya?- me preguntaba Ana en voz que era como un susurro.
-Sí, pero ahora ya sabéis donde vivo, os podéis pasar a verme. -los dos sonrieron.- ahora os vais con papá.
Al pronunciar la última palabra se estremecieron, los pelos se les pusieron de punta, no era la única que lo había notado. Miré a Fernando, se encogió de hombros, me costaba entenderlo, más bien nos costaba a los dos entender lo que estaba pasando.
-¿No queréis iros con papá? - No respondieron a mi pregunta, solo bajaron la cabeza e hicieron una mínima afirmación.
-¿Os vais ya vosotros también?-Carlos levantó ahora la cabeza y afirmó.
-Le están firmando ahora a Maite el alta. Papá quiere que estemos pronto en casa, viene ya a recogernos- les miré, ayer cuando les vi eran completamente felices, sonreían y jugaban, hoy no levantaban la mirada del suelo.
Me podía cruzar con mi padre por primera vez, pero no me preocupaba por dos razones, mi padre es el que me ha criado, no el que no ha estado conmigo ni un momento y la segunda razón porque ahora mismo lo único que me importaba era saber exactamente qué les pasaba a los dos niños de 12 años que estaban justo en frente de mí, que decían ser mis hermanos. No sé, sentía demasiada preocupación por ellos, me dolía verles tan tristes.
-Venid aquí y darme un abrazo ¿no?- eso les hizo sonreír. Vinieron hacia mí corriendo y me acababa de dar cuenta cuan frágil es la mente de un niño y que fácil se puede moldear, les habían contado la mayor mentira que existía, que yo me fui porque tenía que trabajar fuera y sin haberme visto, sin haberles dirigido ni una palabra me tenían cariño, para mí ellos no eran nadie hasta ayer, para ellos yo era la hermana mayor que no podía estar con ellos porque trabajaba fuera.
-Ojalá te veamos más.- gritaba Ana mientras venía a mí.- Los hermanos mayores tienen que proteger a los pequeños- su voz sonaba tensa, no conseguía comprender lo que me quería decir- no te vuelvas a ir y nos dejes solos.
-Tú eres nuestra hermana, tienes que cuidarnos.
Mi cara empalideció al instante, no sabía qué hacer, no sabía a qué se referían. Al separarse sonreían y me di cuenta de cuánto tiempo se dedican a fingir, lo hacían demasiado bien para su corta edad, sabían cómo tenían que actuar delante de la gente. ¿Por qué actuaban? No entendía nada.
-Vamos, que me quiero despedir de Maite- salieron corriendo a por ella.
Salí con ellas, Fernando se quedó en la habitación recogiendo las últimas cosas.
-Espero verte pronto.- la abracé, era un abrazó en parte sincero y en parte fingido, quería que supiese que le agradecía lo que había hecho, pero nuestra relación tampoco era lo suficientemente estrecha como para mucho más. De pronto un pequeño grito salió de su garganta, se tocó el costado. Tampoco la había abrazado tan fuerte, pero la dolió.
-¿Estás bien?- afirmó con la cabeza.
-Un pequeño moratón.
Un moratón duele en un abrazó tan delicado. Recordé cuando hace tres años me rompí las costillas por una patada y me abrazó Laura y casi me muero de dolor.
Volví a mi habitación, me dirigí a la ventana para verles salir. De pronto vi un coche blanco justo en frente de la puerta del hospital y en él estaba apoyado un hombre, su cara me resultaba muy familiar. Le había visto antes, pero no sabía dónde.
A mi cabeza me vino la imagen de mi madre con un moratón en el costado, justo en el mismo sitio, yo era muy pequeña, pero sabía que lo que me dijo que se había golpeado no me lo creía, no recordé por qué pero no me lo creí.
Salí corriendo al pasillo.
-Necesito un favor, la chica que se acaba de ir, ¿tiene algún tipo de daño aparte de la operación?
-Lo siento, no puedo darla esa información.
-Soy policía, y mi tío también, así que por favor, deme esa información.
-Le vuelvo a repetir, no puedo dársela- era una mujer mayor, algo ancha de caderas y con cara de estar amargada. –Necesito una orden de un juez para darle esa información.
-Perfecto, mi nombre es Fernando, número de colegiado 38401838FD, o usted le da esa información, o ya se puede dar por despedida.
La mujer tecleó rápidamente en la pantalla, al momento hizo gesto con la cabeza.
-Vale, un segundo que se la busco- sonreí a Fernando, no sabía cómo se sabía el número de colegiado de un juez, pero casi que hay cosas que son preferibles no preguntar- tiene traumatismo diversos en diferentes partes del cuerpo, en costillas y brazos principalmente.
No necesité escuchar más, bajé corriendo las escaleras, esperaba que no se hubiesen ido, se me olvidó el dolor de la operación y de la muñeca, solo quería llegar hasta ellos. No tardé ni un minuto en llegar abajo.
Seguía allí, Ana estaba a punto de meterse al coche, el hombre la miraba y la decía algo que la hacía estremecerse, tenía miedo, cuando llegué hasta ellos, el hombre iba a pegarla, le conseguí parar la mano antes de que llegase a ella. Estaba con los ojos cerrados, al no notar el golpe los abrió despacio, al verme sonrió.
-Salir del coche los tres- él se giró- hola papá, creo que ahora mismo entiendo por qué mi madre te dejó.
Un puño suyo se lazó sobre mi cara, por suerte lo conseguí esquivar. Le golpeé con el brazo malo en la cara. Un grito de dolor salió de mi garganta, noté como el hueso se movía dentro de mi piel, me moría de dolor, pero creo que le había dolido más a él, la escayola le había roto el tabique nasal.
Mi primo cogió a los tres y los puso lejos de su padre.
-Olvídate de ellos porque no vas a volver a verlos en tu vida- le lancé un escupitajo  y me dirigí hacia ellos. –Darme un minuto, firmo el alta y nos vamos.
Los pequeños con una gran sonrisa afirmaron.
Fernando nos llevó a casa. Al entrar no se me ocurrió otra cosa que decir que el típico tópico.
-Bienvenidos a vuestra nueva casa.- sonreí, todos sonrieron, Fernando me miró y también sonrió, como si estuviese orgulloso de mí.

miércoles, 26 de noviembre de 2014

Capitulo 18

-¿Mi familia no te ha visto? 
-No, bueno, creo que uno de tus primos, aunque me ha sonreído, lo cual no sabía como interpretarlo, -su cara era de asombro absoluto, se encogió de hombros-  tu madre habla con tus tíos para que venga a ciertas horas y las que se quedan libres vengo.- le sonreí, me encantaba que estuviese conmigo, era mi segundo día en el hospital y el primero con consciencia y no me apetecia ver a nadie más, aunque habían venido mis tíos y algún primo como Fernando, el cual supuse que era el que se habría encontrado con Marcos.
-En principio me dan el alta mañana, asi que no hará falta que vengas a ciertas horas.
-Me alegro- se quedó pensando- lo único que por las mañanas no tengo ni un rato libre, me están metiendo mucha caña ultimamente en casa y quieren que la limpie de arriba a abajo para el domingo porque hay no de que fiesta, así ando un poco liado.
Le sonreí ligeramente.
-Tranquilo, me conformo con estar contigo aunque sea un rato al día- me devolvió la sonrisa, era perfecta, me encantaba y me hacía sonreír a mí.
Llamaron a la puerta y un hombre con bata blanca entró en la habitación.
-Te traigo el expediente- afirmé para dar el consentimiento y extendí la mano para que me lo acercase. Éste se lo dio a Marcos y quien me lo hizo llegar. El médico se retiro al momento.
Empecé a leer: "Zonas recuperadas=> tibia de ambas piernas, peroné de ambas pierna, el fémur de la pierna derecha, el brazo izquierdo y algunas vertebras sin lesión en la médula. Zonas no recuperadas de tratamiento=> brazo derecho, desplazamiento del cúbito y del radio tras la inicial fractura. Zona no recuperada y sin tratamiento=> trasplante de uno de los riñones, los dos perdieron el funcionamiento"
Esto último me hizo acordarme de lo que no quería pensar, de lo que había tratado de dejar de lado todo el día y no había conseguido hasta que llegó Marcos.
-¿Estas bien?- afirmé sin responder, mi mirada estaba completamente perdida, parecía una autómata.-Miny.
-Sabía que algún hueso me había tenido que regenerar, pero no me esperaba que fuesen tanto, por suerte en la cabeza no me he golpeado. -Esperaba que se lo creyese, pero por su cara no se lo había creído- ahora te lo cuento, voy a ir a por un vaso de agua y te lo cuento.
Aquella frase le extraño demasiado, bajé de la cama, mis piernas estaban más débiles que nunca, pero confiaba en que no me iban a fallar. Cuando fui a dar el primer paso su mano me agarró del brazo con suavidad, le miré, sus ojos estaban clavados en los míos.
-Sabes que me tienes para lo que necesites.
No lo pude evitar y le sonreí.
-Lo sé- me acerqué a él y ´le besé en la mejilla.
Salí de la habitación, por fin aire fresco, lo necesitaba, era algo agobiante estar todo el rato en la misma habitación. Fui a la máquina a coger agua, cuando me giré algo se paró, yo creo que fue el mundo entero, dejé de notar todo mi cuerpo, parecía como si la tierra hubiese dejado de dar vueltas al instante, todo absolutamente todo se paró. Traté de respirar profundamente, algo en mí cambió, la miré a los ojos, eran negros, sin embargo su pelo era castaño, incluso más que el mío. Las dos nos quedamos mirándonos, noté como su respiración se aceleraba, iba prácticamente al mismo ritmo  que la mía. La hice una evaluación con la mirada, era algo más bajita que yo, era completamente blanca, mucho más blanca que yo, su cara estaba llena de pecas y su nariz era exactamente igual que la mía, algo achatada. Era corpulenta, en eso sí que se parecía bastante a mí y de su mano colgaba una pulsera que brillaba con luces.
Unos niños pequeños que gritaban al fondo del pasillo me hizo volver a la realidad, no sabía que decir. Los niños se dirigieron hacia nosotras. Fueron reduciendo la velocidad hasta que se pararon al llegar a ella. Eran una niña y un niño, de la misma edad, de la misma estatura, pero ninguno de ellos era clon. Ella giró la cabeza mirándoles, ellos me miraron a mí. La chica era exactamente igual que yo cuando era pequeña. Él tenía algunos rasgos muy similares, pero no era lo mismo, si yo cogía la foto de mi infancia era la niña, iguales.
La puerta de mi dormitorio se abrió, Marcos asomó la cabeza. al verme allí parada se dirigió hacia mí.
-¿Estás bien?- me agarró por la cintura.
No reaccioné, no era capaz, no tenía fuerza, era como si al verla me hubiesen clavado un cuchillo y no pudiese moverme.
Ninguno nos movíamos, Marcos no entendía nada, ella no se movía, solo me observaba y los niños miraban expectantes, no tendrían más de 12 años.
-Gracias- por fin conseguí decir algo.
-¿Tú eres nuestra hermana?- el niño habló sin miedo.
-¿Hermana? - la voz de Marcos sonaba completamente extrañada, creo que entendía más o menos lo mismo que entendía yo.
-No lo sé- la miré esperando que dijese algo, pero seguía callada.
Creo que está situación nos estaba superando a todos, hasta que dijo algo definitivamente.
-Sí- mis ojos comenzaron a inundarse, los niños se acercaron a mí. Tragué saliva como pude. No sabía como tomarme aquellas palabras.
-¿Estás bien?¿Te duele mucho? Nos han contado que ha pasado. Me alegro que estés bien- era la niña pequeña- Soy Ana, él es Carlos y ella es Maite. Tenía ganas de conocerte.
-¿Sabéis quien soy?
-Claro, nuestro padre siempre nos habla de ti, dice que eres muy valiente, que te dedicas a perseguir a los malos dentro del muro de tu ciudad y eso mola- era el niño, hablaba emocionado.
-¿Y quién es vuestro padre?-Los dos niños me miraron extrañados, no entendía la pregunta.
-Papá, normal que no te acuerdes de él, llevas mucho tiempo sin venir a vernos y queríamos conocerte, nos contó que tú y mamá os tuvisteis que ir a otra ciudad porque tenías que trabajar allí- miré a Maite, negaba con la cabeza, con aquel gesto supuse que se lo tuvieron que inventar para no hacerles sufrir.
-¿Me dejáis hablar con vuestra hermana?-Los dos afirmaron y salieron corriendo otra vez.
-Soy Miny-Marcos iba a irse cuando le agarré la mano para que no lo hiciese. Se quedó parado y se colocó detrás, necesitaba que estuviese a mi lado por si me caía que era muy probable.
-Sé quien eres, gracias por la aclaración.
-Oye, no quiero quitarte a tus hermanos, no es mi intención tampoco era mi intención que tuvieses que donarme algo.
-No es culpa tuya, es culpa de nuestros padres. Y ellos no son mis hermanos, son los tuyos.- me parecía muy considerada.
-Pero tú los has cuidado- ella afirmó cuidadosamente- Una pregunta, ¿Quién es nuestro padre? Porque ahora mismo no tengo claro ni quien soy.- me reí, aunque no me apetecía absolutamente nada.
-No es quien crees que es. Es con el que vivo yo, bueno, y ellos. Nuestra madre tuvo una aventura con él y le dijo a "tu padre" que era suyo. A ellos les hicieron creer que tú te fuiste por trabajo con nuestra madre fuera.
Respiré hondo tratando de asimilar todo.
-¿Cómo estas de la operación?- sonrió ligeramente. Parecía irónico.
-Me dan el alta mañana y ya vuelvo a casa.- con aquella última frase la sonrisa desapareció de golpe. -Debería volver a la cama, estoy muy cansada.
Asentí y me dirigí a mi habitación.
-Pensaba que eras anti-clon- su voz me hizo pararme en la puerta.
-Sí, lo era, hasta que se enamoró de mí- me reí y le golpeé las costillas suavemente, sabía que lo hacía para relajar la tensión y se lo agradecía.
-Sí, lo era, ahora mi novio es un clon y tengo un clon. Mi vida en dos meses ha cambiado demasiado.
Me metí en mi habitación.
-¿Tienes un clon?- sus ojos eran de asombro absoluto, parecía que estaba absolutamente desencajado, pero había entendido toda la conversación.
-No me preguntes cómo, pero sí. Y hermanos también.
-Tranquila, hablarás con tu madre y se solucionará todo. Me abrazó con mucho cuidado y me beso el cuello. Me dirigí a la cama de la habitación y me tumbé y el conmigo.
-Descansa, pequeña- su voz era tranquila, sosegada.
-Gracias por estar a mi lado. Buenas noches

martes, 25 de noviembre de 2014

Capítulo17

Volví a respirar. Me dolía todo el cuerpo, no podía moverme. Notaba como algo me acariciaba la mano. Era suave, me acariciaba delicadamente. Abrí los ojos, allí estaba, su cabeza estaba apoyada en sobre la cama en la que estaba. Cerré los ojos, no podía mantenerlos mucho tiempo abiertos. Con algo de dolor levanté el otro brazo, y le acaricié el pelo. Al entrar en contacto con el abrí los ojos, él levantó la cabeza y me miró. Sus ojos estaba completamente humedecidos. Las lágrimas caían sobre su cara, sus ojos estaban completamente rojos. Al verme una sonrisa apareció en su cara.
-Hola- mi voz era muy debil, me costaba respirar bien y me dolía al pronunciar cada sílaba.
Respiró aliviado, se levantó de la silla y con cuidado me abrazó. Apoyó su cara contra mi hombro esta humeda, parecia que llevaba llorando mucho rato.
-Pensaba que te perdía.
-¿qué ha pasado?- no estaba del todo segura de lo que había pasado, solo recuerdo ir andando por el prado hacía el muro.
-Te ha atopellado un coche- la imagen de los dos coches acercándose a mí apareció en mi mente.
-¿Qué me han tenido que hacer?- se volvió a sentar.
-Solo te has roto el brazo y te han tenido que cambiar uno de los riñones que se te ha dañado.- me extraño lo del riñón, era de noche y parecía el mismo día que había tenido el accidente. Era imposible haber conseguido tan rápido el riñón.
-¿Cómo han conseguido el riñon tan rápido?- negó con la cabeza.
-No lo sé. Cuando me he enterado ya te habían operado. - se paró un momento-voy a llamar a tu madre que esta cenando.
Salió y a los dos minutos estaba ya con mi madre de vuelta.
-Cariño ¿cómo estás?
-Bastante cansada.
-Tienes que descansar- sonreí ligeramente.
-Mamá, una pregunta ¿cómo has conseguido un riñon tan rápidosi nadie de la familia es compatible conmigo? - se quedó en silencio. Sin hablar, me preocupó, era demasiado incómodo.
-Esa respuesta puede espera para otro momento.
-Mamá, no creo que hayáis conseguido tan rápido.
-Creo que debería irme- la voz de Marcos era seria.
Se acercó y me besó en la mejilla.
Cuando salió miré a mi madre.
-Mamá, dime la verdad, por favor.
Nos quedamos en silencio, el corazón comenzaba a bombear cada vez más rápido lo que me provocaba un dolor donde estaba la cicatriz de la operación.
-No creo que sea el momento de hablar de esto.
-Si, mamá es el momento.- mi voz era cada vez más dura con ella.
Siempre me habían dicho que mi principal problema era el hecho de no poder tener trasplantes con facilidad. Y lo había conseguido en menos de 12 horas.
-Cariño- la corté.
-Mamá, quiero la verdad.
Respiró profundamente.
-Tienes un clon.
Siguió hablando, pero dejé de escuchar el resto. Mi corazón se comenzó a acelerar. Mis ojos se fueron cerrando poco a poco. Me empecé a agobiar. Me dormí lentamente.

Capítulo 16

Ya era hora de salir a trabajar al muro, salí un poco antes para llegar lo antes posible la plaza mayor donde habían quedado mi tío y los responsables del ayuntamiento. Decidí ir por la parte larga para ver si me encontraba con Marcos de camino a la plaza.
Estaba lloviendo, la pereza iba en aumento a cada paso que daba, no me apetecía nada ponerme a trabajar ahora, lo único que me animaba era ver a Marcos, había quedado con el a las 5:30, solo tendría que trabajar una hora y medía, aunque de forma legal tendría que trabajar hasta las 9:30, pero como ya sabía, desde que conocí a Marcos, hacía pocas cosas legales.
Atravesé un prado, las zapatillas se me quedaban pegadas en el barro, pero con un poco más de esfuerzo conseguía sacarlas y dar el siguiente paso.
La lluvia mojaba mis mejillas. La brisa permitía que mi pelo fuese libre, se movía de un lado a otro. Miré hacia el cielo, estaba completamente encapotado y no parecía que fuese a salir pronto el sol, pero me daba igual, quería llegar ya al muro, quería que fuesen las 5:30, solo quería verle, estar con él, pasar cada hora que debería de estar trabajando a su lado. Simplemente quería pasar el día con él. Me hacía sentirme diferente, era algo que no lo podía describir, era algo diferente, es la extraña sensación de verle y ser feliz, ser la persona más feliz del mundo, quería gritar y decírselo al mundo, decirle a todo el mundo que me había enamorado de la persona más increíble que había conocido en mi vida y para desgracia de algunos esa persona era un clon, pero era el clon más perfecto que había conocido.
Me encantaba su sonrisa, su forma de mirarme, de tocarme y me hacía sentir segura a su lado, no sé, me costaba explicarlo, pero era eso lo que sentía, al saber que iba a verle sin saber por qué todo mi cuerpo comenzaba a acelerarse, me empezaba a poner muy nerviosa, dejaba de escuchar lo que había a mi alrededor y solo escuchaba mi corazón y mi respiración, estar con él era simplemente perfecto. Me encantaba.
Por fin llegué al final del prado, llegué a la cera, justo al lado había una carretera de dos sentidos. Un coche iba por otro prado que estaba justo al otro lado de la carretera y parecía que se iba a incorporar a esta.
Un pitido de un coche. Un frenazo. Miré hacia atrás. Dos coches. Dejé de respirar.

lunes, 24 de noviembre de 2014

capítulo 15

Llegué a casa, me quité la ropa que llevaba, me puse los primero pantalones vaqueros que cogí. Con los pantalones y sólo el sujetador, me dirigí al baño a peinar. Al mirarme al espejo una parte de mi cuello estaba rojo.
-Dios, creo que ahora mismo tengo ganas de matar a Marcos. - respiré profundamente, tenía previsto ponerme una blusa, pero no me iba a tapar el cuello, así que me puse una camiseta y una chaqueta, que conseguía disimular un poco el chupetón que tenía en el cuello.
Llegaba tarde, salí corriendo a casa de Juan Carlos. Llamé al timbre y había bastante jaleo, supuse que era la última, como llevaba ocurriendo desde hacia bastante últimamente.
-Hola- miré a todas las personas que estaban en la mesa. Estaban todos, Juan Carlos, Laura, Javi, Sara, Cris, Lourdes, Alex y Mery, en está última se paró mi mirada, no me podía creer que se atreviese a estar allí, después de lo que me hizo, había tenido la vergüenza de presentarse allí. No me miraba, pero a mí me quemaban los ojos al verla. Me hizo recordar aquella noche en la que casi me quedó en el sitio por culpa de su novio.
-Anda siéntate.- Era la voz de Laura, me hacía una señal para que me sentase a su lado.
Comenzamos a comer, no hablé mucho durante la cena, estaba más pendiente de Mery, que de vez en cuando levantaba la cabeza del plato para mirarme, pero rápidamente volvía a bajarla.
-Miny, ¿no tienes calor?- la imagen de Marcos me apareció en la cabeza.
-No, la verdad es que tengo hasta frío, no sé, últimamente estaba muy destemplada- traté de mantener compostura, para que no se notase que mentía, pero no me di cuenta y toqué mi cara con la mano y la bajé tan rápido que el cuello de la chaqueta se bajó un poco, pero lo suficiente para que se me viese el cuello.
-Sí, está muy destemplada, ¿eso es un chupetón?- la voz de Lourdes era de intriga completa, se levantó corriendo, no me dio tiempo a reaccionar y en un segundo ya estaba encima de mí agarrándome y bajándome la chaqueta- Oh dios mío, que mal te lo has pasado tú.
Todos se empezaron a reír. Y lo supuse, ahora comenzaba el interrogatorio:
-¿Y quién es?- Comenzó Sara-¿Le conocemos?
-¿Es guapo?- Cristina me miraba expectante desde el otro lado de la mesa.
-¿Vive aquí o es de otra ciudad?
Todos daban por hecho de que era un auténtico, ninguno pensaba que fuese un clon. Preferí no contestar a ninguna.
De pronto el teléfono me salvó la vida. Era mi primo Fernando.
-Dime
-Necesito verte ya- su voz sonó muy preocupada- nos vemos en cinco minutos en la fuente de la plaza.
Me colgó sin más.
Me asustó, aquella llamada me dejó en shock por completo.
-Me tengo que ir.-con aquella frase parecía que a todos se les había olvidado lo del chico.
-¿Pasa algo?- Juan Carlos me preguntó con preocupación.
-No sé, mi primo. Mañana nos vemos.
Salí corriendo de la casa cuando al ir a cerrar la puerta una voz desde dentro me detuvo.
-Espera- era Mery, me daba asco mirarla a los ojos- sé que estas enfadada y lo siento, Miny, de verdad que lo siento.
-¿Qué lo sientes? Me ibas a dejar morir y además lo estabas viendo ¿de verdad quieres que te perdone?
-Sí- afirmó con completa seguridad, una seguridad que me llegó a parecer sospechosa.
-Tú eres gilipollas, eres consciente de eso ¿verdad?- bajó la cabeza.- me voy, con gente como tú no quiero perder el tiempo.
Salí corriendo hacia donde había quedado con mi primo, cuando llegué ya me estaba esperando. Al verme se dirigió hacia a mí, me cogió del brazo y corriendo salimos de la plaza y nos dirigimos hacia un sector del bosque. Sus dedos me apretaban demasiado, tanto que me llegaban a hacer daño e impedía que la sangre llegase al resto de mi brazo, mi preocupación era máxima, mi primo me tenía completamente despistada.
Se paró en mitad del bosque.
-¿Qué pasa? Me estas preocupando Fer.
-¿Sabes algo de que puede pasar mañana a las 4 dentro del muro?- de pronto la imagen de mi tío y de los representantes del ayuntamiento del muro apareció en mi mente.
-No, pero hoy he escuchado al tío hablar de eso. ¿Por qué?
Se quedó en silencio pensando, me daba la espalda hasta que se volvió.
-No sé lo que es, es algo gordo, solo sé que es algo en la plaza, creo que es en la plaza mayor. ¿Tienes turno de tarde mañana?
-Sí.- decía mientras afirmaba con la cabeza.
-Ten cuidado por favor, no me lo podría perdonar si te pasase algo.- me abrazó, era mucho más grande que yo, solo era dos años más mayor y me sacaba 3 cabezas. Con sus brazos rodeó mi cuerpo, me dio un beso en la frente que me hizo tranquilizarme un poco, me había puesto algo nerviosa.
-Lo tendré.
-¿Qué es eso?- me señaló el cuello, sus ojos estaban completamente abiertos, ni pestañeaba. Se acercó a mí, yo ni me moví, sabía por donde iban los tiros. -¿Es lo que creo que es?
-Sí- afirme con algo de resignación.
-¿Vais en serio?- me paré un poco, respiré hondo.
-Creo que sí.
Le miré, una sonrisa le ocupaba toda la cara, incluso resaltaba más que sus ojos azules, y eso ya era muy raro.
-Ains, mi canija, cuanto me alegro- me cogió de los mofletes cual niña pequeña y me volvió a abrazar.- Y por lo que veo habéis llegado bastante lejos ¿no?
-Depende de lo que entiendas por lejos, pero sé lo que estas pensando y no, no ha pasado.
-Hacéis muy buena pareja, Marcos es un buen chaval.
Me quedé pensando un momento, le miré, parecía orgulloso de mí y todo.
-¿De que le conoces?- empezamos a andar hacia la ciudad.
-Muchas veces va a por el pan, la mayoría de los días
-Ah, no me lo habías contado. ¿Tú conoces a su auténtico?- era una pregunta que me llevaba haciendo desde hacia bastante. Era lógico, si Marcos es el clon, tiene que tener un hermano auténtico.
- Sí, bueno, de vista, es Álvaro, el de los banqueros- mi cara fue de sorpresa absoluta, no me lo esperaba, no se parecía en nada, Marcos era moreno y Álvaro era rubio con los ojos azules, la piel muy blanca y le había visto por el colegio cuando éramos más pequeños y era un chulo y un prepotente. Nunca me había caído bien.
-No se parecen en nada.
Fernando me daba la razón con la cabeza mientras pensaba en ello.
-Voy a enviarle un mensaje a Marcos para decirle que no quedamos a las 4 sino que a las 5-5`30.
-¿Pero no trabajabas?- me miraba con cara de no entender nada.
-Eh, sí, pero se pueden compaginar las dos cosas.
-¿Dejas de trabajar por irte con él?- afirmé- Como te pillen te echan lo sabes ¿no?
-Sí
-¿Y?
-Que me da igual, quiero estar con él.- sonrió y me fui a mi casa.

Capítulo 14

-No te rías- le dije golpeándole el hombro. Hacia que se tiraba al suelo como si le hubiese golpeado muy fuerte. Al volver a reincorporarse me abrazó y se siguió riendo.
Estábamos apoyados en un árbol, miraba al frente, el agua del río reflejaba la luz del sol en el bosque, que al ser tan frondoso impedía que llegase bien la luz.
-Algún día me lo dirás- negué con la cabeza.
-Jamás lo haré.
Cogió mi mano con delicadeza, la puso con la palma mirando al cielo y en ella empezó a dibujar cosas las cuales me eran imposibles de reconocer. Me ponía la piel de gallina, me encantaba.
-A ver, ¿Qué tiene de malo?- me miró, no le devolví la mirada, seguía mirando al frente, el agua del río me mantenía algo distraída.
-No es que sea malo, es que mi vida la he creado entorno al mote, nadie me llama por mi nombre, ni siquiera mis padres.-Cogí aire, le miré.-Es cierto que en mi vida no he tomado decisiones buenas, de las cuales me avergüenzo, y todo el mundo me ha conocido por ese nombre, es mi identidad, mi forma de ser, dentro de él esta todo mi mundo, mis decisiones malas, las buenas y toda  mi vida, es como un símbolo de quien soy.- Me paré en secó, traté de no reírme- bueno, eso y que no me acuerdo de mi nombre.
Su cara en ese momento era un completo poema, no lo pude evitar y me tuve que empezar a reír a carcajada limpia, no podía, su cara me acababa de descomponer toda la teoría.
-¿De verdad?- le miré, seguía flipando, no podía parar de reírme.
- Pues no- hizo un gesto que todavía me hizo más gracia y me seguía riendo- de todas formas, si se me olvida el nombre, tengo DNI para recordármelo, eso o mi madre.
-Eres lo peor que existe- empezó a hacerme cosquillas.
-No, Marcos, para- me conseguí levantar para que parará, pero me siguió, traté de correr para que no me cogiese.
-No huyas que te voy a coger igual, te recuerdo que yo he vivido prácticamente toda mi vida en el muro- escuchaba la voz de Marcos a lo lejos.
Le había perdido por completo, me escondí detrás de un árbol y en ese preciso instante me acababa de dar cuenta de que había fallado en la primera norma de cualquier agente, no perder de vista a tu adversario. Salí de detrás del árbol cuando unas manos me rodearon con delicadeza la cintura.
-Te lo he dicho- me susurró en el oído, el vello de mi nuca se me erizó, su aliento me acarició la oreja y parte de la cara.
Me giró para mirarme, sus ojos se quedaron en los míos, tranquilos, sin nerviosismo, mientras sin ser del todo conscientes, andábamos hacia atrás para apoyarnos en el árbol.
-He tardado poco en encontrarte- le sonreí.
Se acercó hasta mí, cada vez un poco más cerca, hasta que sus labios se juntaron con los míos, mi corazón iba a mil. Una de mis manos se colocó en su espalda, cerca de su cuello. Noté como una pequeña brisa entraba por la parte de la cintura, mientras notaba como mi camiseta se despegaba de mi cuerpo, su mano comenzó a subir por mi cintura, de un lado a otro bordeó el contorno de mis pantalones entrando en contacto con mi piel. Dejó que la camiseta volviera a colocarse en su sitio, colocó sus manos en la cremallera de mi chaqueta y la bajó delicadamente. Mis manos se colocaron en su pelo. No quería que ese momento acabase. La chaqueta se desabrochó, con un movimiento y con su ayuda, conseguí quitármela. Coloqué una de mis manos en su estómago, noté la perfección de sus abdominales. Su boca comenzó a bajar por mi cuello, con delicadeza. Metí mi mano en su camiseta. Comencé a notar calor, que llegaba desde mi pecho hasta mi cabeza.
Escuché un pitido que provenía de mi reloj, quería ignorarlo, pero no podía, me tenía que ir y si hubiese sido otro día me habría dado igual, pero tenía que cortar este momento. Saqué mis manos de su camiseta y le separé ligeramente de mí.
-Me tengo que ir- me mordí el labio.-Lo siento.
Sonrió ligeramente.
-No pasa nada. ¿Mañana te veo?
´-Sí, además tengo turno de tarde. ¿Aquí a la misma hora?
Afirmó con la cabeza y me comencé a andar cuando su mano me paró. Tiró de mí y me llevó hasta él.
De nuevo me volvió a besar. Me fui.
Cuando estaba apunto de cruzar la valla escuché unas voces y sigilosamente me dirigí hacia ellas.
Eran mi tío y los principales representantes del ayuntamiento en el muro.
-Mañana a las 4 lo hacemos entonces. Nos vemos.
Todos se fueron, no entendía nada, me quedé pensando y me volví a casa. Había sido muy raro todo.