lunes, 10 de noviembre de 2014

Capítulo 3

-¡Cariño! ¿Qué te ha pasado?- la voz de mi madre sonaba muy preocupada, tenía la cara llena de moratones con la pelea con Marcos de esta mañana.
Negué con la cabeza para que no se preocupara tanto. Toda la familia me miraba, teníamos comida familiar.
-Nada, estoy bien
-¿Pero como vas a estar bien? Si estas llena de moratones y tienes el labio roto.- Mi tía Luisa buscaba saber la verdad, al igual que el resto de la familia, pocas veces había llegado tan mal a casa.
-Me ha pegado un gilipollas.- Miré al suelo, supuse la reacción de mi familia, todos sin entender por qué me había dejado pegar por alguien como si fuese mi mayor pasión acaba llena de sangre.
-¿Pero por qué te has dejado pegar?- Mi tío Carlos era el jefe del jefe de mi jefe resople sin ganas de responderle.-¿Cuántos eran?
No levente la mirada del suelo, me daba vergüenza.
-¿Eran tres?- seguí callada.
Una carcajada se escuchó desde el fondo del salón era de mis primos, Carlitos, José Miguel, Víctor, Lucia y Guille. Todos eran mayores que yo y sus vidas eran prácticamente perfectas.
-¿Menos?- mi tío seguía insistiendo, me senté en una banqueta al lado de mi primo Fernando, que no hablaba ni se reía, noté su mirada de pena posada en mí, pero no le quería mirar, me daba vergüenza.
-¿Uno?- mi tío Carlos llegó a donde me había sentado- ¡¿Te ha pegado un clon y te ha hecho eso?!- Golpeó la mesa con rabia- ¿Para esta mierda os educamos? Para que llegue uno y casi te mate.
- Tampoco ha sido para tanto- le contesté entre dientes, intenté que no me escuchase, pero lo escuchó todo el salón que estaba en silencio.
De uno una carcajada se escucho en el fondo contrario del salón, esta vez provenía de mi tía Luisa, la mujer de Carlos. La miré con odio ella no había hecho nada en su vida, y la verdad, no me caía nada bien.
-Bueno, vamos a dejar el tema y vamos a comer.- La voz de uno de mis tíos rompió la situación que se estaba viviendo. Mi corazón había comenzado a ir más rápido de lo normal, estaba muy cabreada, nadie en mi familia respeta mi trabajo porque no soy como el resto de mis primos que tienen buenos trabajos en las principales empresas de la cuidad. Al principio cuando dije que quería ser policía, todos se alegraron por seguir los pasos de mi tío Carlos. Pero con el paso del tiempo eso ha ido desapareciendo y ese respeto y todo ha pasado a ser un sentimiento de repudió hacia mi persona o eso es lo que me hacen sentir cuando estoy con ellos. La verdad es que las comidas familiares no eran de mi agrado, solo me gustaba estar por mi primo Fernando, es el único que me cae bien de la familia, además de mis padres, claro.
-¿Y quién te ha pegado?- mientras comíamos mi tío siguió con la conversación, y la verdad no me apetecía mucho hablar del tema.
Con esa pregunta la cara de Marcos se me vino a la mente, recordé cuando su pierna me presionaba el estomago y me pegaba. Mi primo Fernando en ese momento me cogió la mano y con un dedo me escribió una palabra en la mano "NO".
- No lo sé- todos tenía cara de asombro.
-¿No sabes quien te ha pegado?- Carlos trataba de relajarse.-Espero que al menos le pegases una buena paliza. -Afirme con la cabeza.
-¿Ah pero que sabes hacer algo?- mi primo Víctor intervino en la conversación.
-Le dejé inconsciente.
Tras esa contestación todos se quedaron callados y siguieron comiendo.
-¿Os habéis enterado de la nueva ley que quieren proponer los pro-clones?- mi tío pedro, trató de sonar natural con el tema, pero su hijo, Fernando era de esos pro-clones.-Quitar el toque de queda del muro. ¿Pero qué se creen que tienen derechos o algo así?
-Pasear de un lado a otro como nosotros, ya no saben que inventarse- Josefina, mi tía también, se unió a la conversación.
-No se  va a llevar a cabo, dentro del muro nadie habla de ello, ni siquiera los principales-son los alcaldes del muro- no va a salir.- Mi voz sonó más tranquila que antes.
-¿Y si se empiezan a alterar?- me preguntó mi padre.
Sonreí con aquella pregunta.
-Estamos preparados, los muros están preparados y nosotros también. - mi voz sonaba desafiante.
-¿Y qué les vais a hacer?¿Matarles si se sublevan?- Fernando salió a su defensa.
-Por ejemplo, le miré- me empecé a reír.-¿Qué quieres que hagamos? ¿Dejarles que nos maten?
-Por ejemplo- Fernando se levantó de la mesa y se fue de la casa. La conversación siguió por el mismo camino, les explique como estaba todo y que si sucedía algo, ninguno sobreviviría.
Al llegar a casa me puse el pijama, me senté al borde de la ventana y a la mente solo me venía una imagen, la de Marcos tirado en el suelo totalmente inconsciente ¿seguía vivo? Creo que no le hice tanto daño como para matarle. No sé, ¿y si a lo mejor le había matado? Mire por la ventana, se veía el bosque que daba a la parte interna del muro.
Me fui a dormir y en mi cabeza solo estaba el cuerpo desvanecido de Marcos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario