lunes, 17 de noviembre de 2014

Capítulo 11

-¿Puedo pasar?- me costó reaccionar, mi brazo, de forma automática, hizo un gesto para que pasara.
Estaba mojado, estaba lloviendo, bueno, más bien diluviando y venía sin paraguas. Se quedó parado en la entrada sin saber muy bien a donde ir.
-¿Qué hora es?- después de quedarme dormida en la ventana, me había perdido por completo. Me preocupaba que no pudiese volver al muro.
-Me da igual- se paró un momento, me miró- necesitaba hablar contigo.- Nos quedamos mirándonos a los ojos, no podía evitarlo, no podía dejar de mirarle, era superior a mis fuerzas. Era imposible. -Me estoy volviendo loco.
Le ofrecí entrar al salón y sentarse en el sofá. Me senté en el sofá que estaba justo al lado.
-Le salvaste la vida a mi hermana y no te he dado las gracias- se frotó las manos para entrar en calor.
Al ver aquello me levanté, él me siguió con la mirada, cogí una manta que había en una silla y se la puse encima de los hombros. Me quedé sentada a su lado.
-¿Cómo está?- me miró.
- Viva, y todo gracias a ti.- agaché la cabeza.- Miny, le salvaste la vida a mi hermana- me sorprendió que se supiese mi nombre, le miré, en su mejilla caía una lágrima.
-Tú me salvaste a mí- volví a agachar la cabeza.
-No es lo mismo.- Ahora era él el que agachaba la cabeza. -Tú no tenía porque salvarla, y lo hiciste.-De forma delicada, su mano se colocó en mi cara, justo en mi mejilla, estaba fría. Me hizo levantar la cara y mirarle a los ojos.-Gracias.
Nos quedamos así un rato, me concentraba en él y en que el oxígeno llegase a mi cerebro. Su nariz era algo achatada, por sus mejillas, tenía una pecas pequeñas. Su pelo, estaba pegado por el agua de la lluvia, era moreno oscuro. Su piel era algo más clarita, pero muy morena también, su expresión en ese momento era completamente seria.
-Marcos, tu tampoco tenías porque salvarme después de la paliza que te pegué y lo hiciste.
-Y lo volvería a hacer mil veces más- se paró- aunque me destrozaste- se rió por lo bajo, esa sonrisa que me había encantado esta tarde volvía a aparecer y me volvía loca. Sonreí a la vez que lo hizo él.
-Lo siento de verdad, no... es que...- no sabía ni que decir para justificar lo que hice.
Me cogió de las manos y me las colocó entre las suyas, acercó sus labios a mi oreja, delicadamente y sin apenas percibirlo, me rozó el filo de mi oreja con ellos.
-Tranquila- me susurró.
Nos separamos, sus manos liberaron las mías.
-Si quieres pasarte algún día a verla, pregunta por ti.- me extraño aquello.
-¿Por mí?- afirmó con la cabeza, sonreía, trataba de demostrarme que lo que hice fue increíble.
-Se acuerda de ti, sabe que fuiste tú la que la salvaste, que fuiste con las medicinas y que la cogiste. Del resto no recuerda nada, bueno, sí que discutiste con Luis. - supuse que era el hombre del brazo que tenía en el pecho.
-No creo que en tu casa fuese bien recibida.
-Yo tampoco pensaba que fuese a ser bien recibido aquí y no ha sido así.- Su sonrisa volvió a aparecer en su rostro, le devolví la sonrisa.
Nos quedamos un momento en silencia, hasta que él lo interrumpió.
-Creo que debería irme- miré el reloj, eran más de las 10, se me había hecho muy corto y no quería que se fuese, pero era lo que le tocaba. -Aunque no tengo muy claro como.
- Tranquilo, ven.
Subimos a mi habitación, abrí la ventana.
-Necesito que confíes en mí.- Me senté en el borde.
-Lo llevo haciendo desde que te conozco.
Salté sin dudarlo tras aquellas palabras. Él saltó detrás.
-¿Esto es legal?- su voz no sonaba nada preocupada, de hecho parecía que se lo tomaba a broma.
-No- me reí y él también.
Caminábamos por el bosque cuando llegamos a la valla. Le dejé pasar a él primero, luego pasé yo. Cuando estábamos apunto de llegar al claro me paré, le cogí la mano para que él también se parase.
-Yo no puedo seguir, si me ven, me puede caer una buena.- se volvió hacia mí, estábamos bastante cerca.
-Tranquila, sé volver desde aquí.
Me giré para irme a casa, pero ahora era su mano la que me paraba.
-Gracias- su voz me hizo notar un calor a lo largo de todo el cuerpo, aquellas palabras me dejaron sin aliento, no sabía ni que responder.
Le miré a los ojos, una pequeña sonrisa surgió en mi cara. Él me miraba. Me olvidaba de todo cuando me perdía en sus ojos. Tragué saliva.
-Ten cuidado, por favor- mi voz sonó algo preocupada.
Se acercó a mí.
-Estaré bien, tranquila.- se paró en seco, tragó saliva, parecía nervioso.-ten cuidado tu también.
Me volví a casa, me tumbé en la cama y acababa de descubrir lo que llevaba intuyendo desde hacia tiempo, todo mi mundo había cambiado, yo había cambiado, sentía que ya nada era lo mismo, ya no podía vivir como lo estaba haciendo, ahora le necesitaba, le quería tener a mi lado en cada momento, necesitaba saber que estaba bien, protegerle, empezaba a sentir que sin él nada tenía sentido. Descubrí lo que llevaba intuyendo desde hacia tiempo, me había enamorado de él.

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