lunes, 24 de noviembre de 2014

Capítulo 14

-No te rías- le dije golpeándole el hombro. Hacia que se tiraba al suelo como si le hubiese golpeado muy fuerte. Al volver a reincorporarse me abrazó y se siguió riendo.
Estábamos apoyados en un árbol, miraba al frente, el agua del río reflejaba la luz del sol en el bosque, que al ser tan frondoso impedía que llegase bien la luz.
-Algún día me lo dirás- negué con la cabeza.
-Jamás lo haré.
Cogió mi mano con delicadeza, la puso con la palma mirando al cielo y en ella empezó a dibujar cosas las cuales me eran imposibles de reconocer. Me ponía la piel de gallina, me encantaba.
-A ver, ¿Qué tiene de malo?- me miró, no le devolví la mirada, seguía mirando al frente, el agua del río me mantenía algo distraída.
-No es que sea malo, es que mi vida la he creado entorno al mote, nadie me llama por mi nombre, ni siquiera mis padres.-Cogí aire, le miré.-Es cierto que en mi vida no he tomado decisiones buenas, de las cuales me avergüenzo, y todo el mundo me ha conocido por ese nombre, es mi identidad, mi forma de ser, dentro de él esta todo mi mundo, mis decisiones malas, las buenas y toda  mi vida, es como un símbolo de quien soy.- Me paré en secó, traté de no reírme- bueno, eso y que no me acuerdo de mi nombre.
Su cara en ese momento era un completo poema, no lo pude evitar y me tuve que empezar a reír a carcajada limpia, no podía, su cara me acababa de descomponer toda la teoría.
-¿De verdad?- le miré, seguía flipando, no podía parar de reírme.
- Pues no- hizo un gesto que todavía me hizo más gracia y me seguía riendo- de todas formas, si se me olvida el nombre, tengo DNI para recordármelo, eso o mi madre.
-Eres lo peor que existe- empezó a hacerme cosquillas.
-No, Marcos, para- me conseguí levantar para que parará, pero me siguió, traté de correr para que no me cogiese.
-No huyas que te voy a coger igual, te recuerdo que yo he vivido prácticamente toda mi vida en el muro- escuchaba la voz de Marcos a lo lejos.
Le había perdido por completo, me escondí detrás de un árbol y en ese preciso instante me acababa de dar cuenta de que había fallado en la primera norma de cualquier agente, no perder de vista a tu adversario. Salí de detrás del árbol cuando unas manos me rodearon con delicadeza la cintura.
-Te lo he dicho- me susurró en el oído, el vello de mi nuca se me erizó, su aliento me acarició la oreja y parte de la cara.
Me giró para mirarme, sus ojos se quedaron en los míos, tranquilos, sin nerviosismo, mientras sin ser del todo conscientes, andábamos hacia atrás para apoyarnos en el árbol.
-He tardado poco en encontrarte- le sonreí.
Se acercó hasta mí, cada vez un poco más cerca, hasta que sus labios se juntaron con los míos, mi corazón iba a mil. Una de mis manos se colocó en su espalda, cerca de su cuello. Noté como una pequeña brisa entraba por la parte de la cintura, mientras notaba como mi camiseta se despegaba de mi cuerpo, su mano comenzó a subir por mi cintura, de un lado a otro bordeó el contorno de mis pantalones entrando en contacto con mi piel. Dejó que la camiseta volviera a colocarse en su sitio, colocó sus manos en la cremallera de mi chaqueta y la bajó delicadamente. Mis manos se colocaron en su pelo. No quería que ese momento acabase. La chaqueta se desabrochó, con un movimiento y con su ayuda, conseguí quitármela. Coloqué una de mis manos en su estómago, noté la perfección de sus abdominales. Su boca comenzó a bajar por mi cuello, con delicadeza. Metí mi mano en su camiseta. Comencé a notar calor, que llegaba desde mi pecho hasta mi cabeza.
Escuché un pitido que provenía de mi reloj, quería ignorarlo, pero no podía, me tenía que ir y si hubiese sido otro día me habría dado igual, pero tenía que cortar este momento. Saqué mis manos de su camiseta y le separé ligeramente de mí.
-Me tengo que ir- me mordí el labio.-Lo siento.
Sonrió ligeramente.
-No pasa nada. ¿Mañana te veo?
´-Sí, además tengo turno de tarde. ¿Aquí a la misma hora?
Afirmó con la cabeza y me comencé a andar cuando su mano me paró. Tiró de mí y me llevó hasta él.
De nuevo me volvió a besar. Me fui.
Cuando estaba apunto de cruzar la valla escuché unas voces y sigilosamente me dirigí hacia ellas.
Eran mi tío y los principales representantes del ayuntamiento en el muro.
-Mañana a las 4 lo hacemos entonces. Nos vemos.
Todos se fueron, no entendía nada, me quedé pensando y me volví a casa. Había sido muy raro todo.

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