viernes, 28 de noviembre de 2014

Capítulo 20

Después de dos días tras volver a casa, volvía a trabajar, me había regenerado el brazo. Bajé a comer, Ana y Carlos ya estaban abajo viendo la tele.
-Hola- les saludé asomándome al salón.
Ambos se giraron y me saludaron con una cálida sonrisa.
-Hola.- me dirigí a la cocina, cogí una manzana.
-Me voy chicos, decirle a Maite que a las 9 estoy aquí.- afirmaron con la cabeza.
-¿Vas a querer algo especial para cenar?- sonreí sin poder evitarlo, me encantaba.
-No, hacer lo que queráis, pero no os peguéis- se rieron, pero sabía que se acabarían pegado.
Me fui por el lado corto a trabajar, no me daba tiempo a hacer el recorrido enteró y con lo que pasó la última vez menos todavía.
En el límite de la valla estaba él esperándome, al verle no pude evitarlo y sonreí. Le besé sin pensarlo.
-¿Qué haces aquí? Te dije que no vinieras- me sonrió.
-Sabes que me da igual, es tu primer día de trabajo después del accidente y quería que llegases sana y salva. -Me rodeó con su brazo por la cintura- no te voy a dejar sola tan fácilmente- me susurró mientras caminábamos hacia el campo de fútbol.
-¿Sabes el problema de esto?- hizo un gesto para que se lo dijese.- que me gustaría quedarme aquí todo el día.
-Hazlo- le miré, me tentaba la idea, pero tenía que ir a trabajar.
-Sabes que hoy no puedo, la gente tiene que verme, sabes que cualquier otro día me quedaría, pero hoy no puedo.- le besé y me fui corriendo, llegaba tarde, cosa bastante normal últimamente en mí, así que decidí no romper mi tradición.
-¡Miny!- Juan Carlos, Laura y Lourdes vinieron a abrazarme.-¿cómo estás?
-Bien, preparada para un nuevo día de trabajo.
-Te tienes que venir al norte conmigo- me tocaba patrullar con Juan Carlos, después de esta semana volvería a "patrullar" sola y es entre comillas, porque daba por hecho que me iba a ir al río con Marcos.
-¿Qué tal con tu novio?- creo que se daba cuenta de que quería olvidar el tema del accidente y de mis hermanas, de las cuales se había enterado todo la ciudad prácticamente.
-Bien, bastante bien- me miraba esperando saber algo más de él, todavía no les había contado nada, solo lo sabía Laura y Fernando.
-¿No me vas a decir quién es?
-No, a lo mejor nunca lo sabes- nos reímos, en realidad no tenía muy claro si quería que algún día se enterase.
Nos tiramos toda la tarde patrullando la zona norte sin apenas problemas.
De pronto humo del centro del muro nos alentó, era en la plaza mayor. Fuimos corriendo. Mi tío estaba el primero, varias casas estaban ardiendo. Éramos los primeros en llegar.
-Hombre- mi tío me golpeó el hombro, llevaba una garrafa de gasolina en la mano, no era el único, había 6 auténticos más, y cada uno con gasolina- vas a disfrutar del día de hoy. ¿Te unes a nosotros para quemar todo?
No daba crédito a lo que oía, en frente de ellos se iban sumando clones, alguno trató de lanzarse hacía él cuando lo dijo, pero conseguí pararle. Reconocí al instante a todos los clones, él no estaba y esperaba que nadie de su familia tampoco.
Me acerqué a mí tío.
-Largaos de aquí- su cara con una sonrisa cambió, era desafiante, parecía que me iba a retar.
-¿Ahora que tienes un clon vas a estar de su lado?
-No, llevo tiempo de su lado, otra cosa es que estés tan sumergido en tu ideología que no te hayas dado ni cuenta, es lo que tiene, no vales para mucho más.
Se lazó a por mí, le solté un puñetazo que no pudo esquivarlo. Me coloqué delante de los clones para protegerlos y sucedió algo que no me esperaba, Juan Carlos, se puso a mí lado, quería protegerlos también.
Le miré y afirmó con la cabeza.
Se lanzaron de nuevo a por nosotros, uno de los hombres me lanzó un golpe a la mandíbula que conseguí esquivar, pero el siguiente no lo vi llegar y me golpeó en el pómulo. Noté una corriente eléctrica en mi cara al sentirlo, la mayoría de los clones se nos unieron y de pronto a mi lado apareció Marcos. Sentía que mi nariz sangraba, pero seguí golpeando. Los dos íbamos a por los mismo, así nos protegíamos mutuamente. Yo golpeaba algo más, llegué a por mi tío, levante el brazo y lo bajé lo más rápido que pude y con la mayor fuerza. Me dolió, al entrar en contacto con su piel,recordé el día de la reunión familiar cuando Marcos me había dejado la cara morada, recordé cada una de las palabras despectivas hacia mi persona, cada insulto, cada mensaje de desamino y eso se traducía en golpes cada vez más y más fuertes. Estaba en el suelo y le comencé a dar patadas en las costillas. Marcos me agarró.
-Ya está, tranquila- los seis estaban en el suelo, tirados, mi tío estaba tumbado en el suelo, agarrándose el estómago.
Me dirigí hacia el bosque, Marcos me seguía, cuando llegamos al río me senté, traté de no llorar, pero lágrimas ya estaban derramas por mi cara. Marcos se puso de cuclillas delante de mí y me abrazó.
-Lo siento, lo siento- mi voz se cortaba por los sollozos, sus manos me acariciaban mi espalda tratando de tranquilizarme.
-No ha sido culpa tuya- se apartó, me miró a los ojos. Me acarició la cara para limpiarme las lágrimas. -Vamos a curarte.
Llegamos a mi casa, Ana estaba subiendo las escaleras cuando me vio. Corriendo vino a mí.
-¿Qué te ha pasado? - negué con la cabeza.
Me dirigí a la cocina a por el botiquín, Marcos se quedó en la puerta de la cocina. Maite y Carlos vieron del salón. Al verme se asustaron.
-¿Estás bien?- afirmé.-¿necesitas ayuda o algo?
-Tranquila, me encargo yo de ella, no ha sido nada.-Marcos no quería que lo supiesen, yo tampoco, no quería asustarlos.
Nos subimos a mi habitación.
Me senté en la cama, él a mi lado. Me miró, con sus ojos recorrió mi cuerpo entero. Sacó el agua oxigenada para desinfectarme las heridas. Primero las de la mano, y luego las de la cara. Me había cortado el labio y en el pómulo tenía una buena raja. con mucha delicadeza, me lo curó, cuando me estaba curando la mano posé la mía sobre la suya. Me miró extrañado.
-Gracias por estar a mi lado- traté de sonreír.
-Gracias por defendernos- sonrió- no me esperaba que Juan Carlos se fuese a poner de nuestro lado.
-Ya somos dos entonces, no tenía ni idea, me ha sorprendido mucho y me alegro.
Me besó.
Nos tumbamos en la cama, estuvimos un rato hablando. Hasta que la puerta sonó. Estas interrupciones no existían hacer 2 días, pero creo que sería capaz de convivir con ello.
-¿Queréis cenar?- yo no tenía ningún hambre, así que negué con la cabeza, miré a Marcos, que también lo negaba. Ana se fue de nuevo de la habitación.
-Me alegro que los hayas acogido aquí.
-Son mis hermanos- le sonreí.
Me desperté, era muy de noche, parecía que todo el mundo en casa se había acostado, noté el pecho de Marcos debajo de mi cuerpo, me moví un poco y él se despertó.
-¿qué hora es?- su voz sonaba entre cortada. Miré el móvil.
-Las dos. ¿Te vas?
-No, me quedó contigo.
Le abracé.
-Aunque tu familia después de lo de hoy te dejé, yo estaré aquí siempre, te lo prometo. - me daba igual que mi familia se fuese, le quería a él, solo a él a mi lado, solo le necesitaba a él para ser feliz. Además ahora tenía más familia y ellos no me iban a dejar de lado por defender a los clones.
-Te quiero- salió de mi garganta sin más, lo sentía, el calor subió a mi cara, veía sus ojos en la oscuridad.
-Te amo- le abracé y me dormí sobre su pecho.

jueves, 27 de noviembre de 2014

Capítulo 19

Mi primo Fernando me estaba ayudando a guardar todo en una mochila, en pocos minutos todas mis pertenencias que se encontraban en el hospital estaban ya colocadas en una pequeña mochila que había traído mi madre.
La puerta sonó y dos pequeñas cabezas se asomaron, eran mis hermanos Ana y Carlos. Venía hacía mí cabizbajos.
-¿Te vas ya?- me preguntaba Ana en voz que era como un susurro.
-Sí, pero ahora ya sabéis donde vivo, os podéis pasar a verme. -los dos sonrieron.- ahora os vais con papá.
Al pronunciar la última palabra se estremecieron, los pelos se les pusieron de punta, no era la única que lo había notado. Miré a Fernando, se encogió de hombros, me costaba entenderlo, más bien nos costaba a los dos entender lo que estaba pasando.
-¿No queréis iros con papá? - No respondieron a mi pregunta, solo bajaron la cabeza e hicieron una mínima afirmación.
-¿Os vais ya vosotros también?-Carlos levantó ahora la cabeza y afirmó.
-Le están firmando ahora a Maite el alta. Papá quiere que estemos pronto en casa, viene ya a recogernos- les miré, ayer cuando les vi eran completamente felices, sonreían y jugaban, hoy no levantaban la mirada del suelo.
Me podía cruzar con mi padre por primera vez, pero no me preocupaba por dos razones, mi padre es el que me ha criado, no el que no ha estado conmigo ni un momento y la segunda razón porque ahora mismo lo único que me importaba era saber exactamente qué les pasaba a los dos niños de 12 años que estaban justo en frente de mí, que decían ser mis hermanos. No sé, sentía demasiada preocupación por ellos, me dolía verles tan tristes.
-Venid aquí y darme un abrazo ¿no?- eso les hizo sonreír. Vinieron hacia mí corriendo y me acababa de dar cuenta cuan frágil es la mente de un niño y que fácil se puede moldear, les habían contado la mayor mentira que existía, que yo me fui porque tenía que trabajar fuera y sin haberme visto, sin haberles dirigido ni una palabra me tenían cariño, para mí ellos no eran nadie hasta ayer, para ellos yo era la hermana mayor que no podía estar con ellos porque trabajaba fuera.
-Ojalá te veamos más.- gritaba Ana mientras venía a mí.- Los hermanos mayores tienen que proteger a los pequeños- su voz sonaba tensa, no conseguía comprender lo que me quería decir- no te vuelvas a ir y nos dejes solos.
-Tú eres nuestra hermana, tienes que cuidarnos.
Mi cara empalideció al instante, no sabía qué hacer, no sabía a qué se referían. Al separarse sonreían y me di cuenta de cuánto tiempo se dedican a fingir, lo hacían demasiado bien para su corta edad, sabían cómo tenían que actuar delante de la gente. ¿Por qué actuaban? No entendía nada.
-Vamos, que me quiero despedir de Maite- salieron corriendo a por ella.
Salí con ellas, Fernando se quedó en la habitación recogiendo las últimas cosas.
-Espero verte pronto.- la abracé, era un abrazó en parte sincero y en parte fingido, quería que supiese que le agradecía lo que había hecho, pero nuestra relación tampoco era lo suficientemente estrecha como para mucho más. De pronto un pequeño grito salió de su garganta, se tocó el costado. Tampoco la había abrazado tan fuerte, pero la dolió.
-¿Estás bien?- afirmó con la cabeza.
-Un pequeño moratón.
Un moratón duele en un abrazó tan delicado. Recordé cuando hace tres años me rompí las costillas por una patada y me abrazó Laura y casi me muero de dolor.
Volví a mi habitación, me dirigí a la ventana para verles salir. De pronto vi un coche blanco justo en frente de la puerta del hospital y en él estaba apoyado un hombre, su cara me resultaba muy familiar. Le había visto antes, pero no sabía dónde.
A mi cabeza me vino la imagen de mi madre con un moratón en el costado, justo en el mismo sitio, yo era muy pequeña, pero sabía que lo que me dijo que se había golpeado no me lo creía, no recordé por qué pero no me lo creí.
Salí corriendo al pasillo.
-Necesito un favor, la chica que se acaba de ir, ¿tiene algún tipo de daño aparte de la operación?
-Lo siento, no puedo darla esa información.
-Soy policía, y mi tío también, así que por favor, deme esa información.
-Le vuelvo a repetir, no puedo dársela- era una mujer mayor, algo ancha de caderas y con cara de estar amargada. –Necesito una orden de un juez para darle esa información.
-Perfecto, mi nombre es Fernando, número de colegiado 38401838FD, o usted le da esa información, o ya se puede dar por despedida.
La mujer tecleó rápidamente en la pantalla, al momento hizo gesto con la cabeza.
-Vale, un segundo que se la busco- sonreí a Fernando, no sabía cómo se sabía el número de colegiado de un juez, pero casi que hay cosas que son preferibles no preguntar- tiene traumatismo diversos en diferentes partes del cuerpo, en costillas y brazos principalmente.
No necesité escuchar más, bajé corriendo las escaleras, esperaba que no se hubiesen ido, se me olvidó el dolor de la operación y de la muñeca, solo quería llegar hasta ellos. No tardé ni un minuto en llegar abajo.
Seguía allí, Ana estaba a punto de meterse al coche, el hombre la miraba y la decía algo que la hacía estremecerse, tenía miedo, cuando llegué hasta ellos, el hombre iba a pegarla, le conseguí parar la mano antes de que llegase a ella. Estaba con los ojos cerrados, al no notar el golpe los abrió despacio, al verme sonrió.
-Salir del coche los tres- él se giró- hola papá, creo que ahora mismo entiendo por qué mi madre te dejó.
Un puño suyo se lazó sobre mi cara, por suerte lo conseguí esquivar. Le golpeé con el brazo malo en la cara. Un grito de dolor salió de mi garganta, noté como el hueso se movía dentro de mi piel, me moría de dolor, pero creo que le había dolido más a él, la escayola le había roto el tabique nasal.
Mi primo cogió a los tres y los puso lejos de su padre.
-Olvídate de ellos porque no vas a volver a verlos en tu vida- le lancé un escupitajo  y me dirigí hacia ellos. –Darme un minuto, firmo el alta y nos vamos.
Los pequeños con una gran sonrisa afirmaron.
Fernando nos llevó a casa. Al entrar no se me ocurrió otra cosa que decir que el típico tópico.
-Bienvenidos a vuestra nueva casa.- sonreí, todos sonrieron, Fernando me miró y también sonrió, como si estuviese orgulloso de mí.

miércoles, 26 de noviembre de 2014

Capitulo 18

-¿Mi familia no te ha visto? 
-No, bueno, creo que uno de tus primos, aunque me ha sonreído, lo cual no sabía como interpretarlo, -su cara era de asombro absoluto, se encogió de hombros-  tu madre habla con tus tíos para que venga a ciertas horas y las que se quedan libres vengo.- le sonreí, me encantaba que estuviese conmigo, era mi segundo día en el hospital y el primero con consciencia y no me apetecia ver a nadie más, aunque habían venido mis tíos y algún primo como Fernando, el cual supuse que era el que se habría encontrado con Marcos.
-En principio me dan el alta mañana, asi que no hará falta que vengas a ciertas horas.
-Me alegro- se quedó pensando- lo único que por las mañanas no tengo ni un rato libre, me están metiendo mucha caña ultimamente en casa y quieren que la limpie de arriba a abajo para el domingo porque hay no de que fiesta, así ando un poco liado.
Le sonreí ligeramente.
-Tranquilo, me conformo con estar contigo aunque sea un rato al día- me devolvió la sonrisa, era perfecta, me encantaba y me hacía sonreír a mí.
Llamaron a la puerta y un hombre con bata blanca entró en la habitación.
-Te traigo el expediente- afirmé para dar el consentimiento y extendí la mano para que me lo acercase. Éste se lo dio a Marcos y quien me lo hizo llegar. El médico se retiro al momento.
Empecé a leer: "Zonas recuperadas=> tibia de ambas piernas, peroné de ambas pierna, el fémur de la pierna derecha, el brazo izquierdo y algunas vertebras sin lesión en la médula. Zonas no recuperadas de tratamiento=> brazo derecho, desplazamiento del cúbito y del radio tras la inicial fractura. Zona no recuperada y sin tratamiento=> trasplante de uno de los riñones, los dos perdieron el funcionamiento"
Esto último me hizo acordarme de lo que no quería pensar, de lo que había tratado de dejar de lado todo el día y no había conseguido hasta que llegó Marcos.
-¿Estas bien?- afirmé sin responder, mi mirada estaba completamente perdida, parecía una autómata.-Miny.
-Sabía que algún hueso me había tenido que regenerar, pero no me esperaba que fuesen tanto, por suerte en la cabeza no me he golpeado. -Esperaba que se lo creyese, pero por su cara no se lo había creído- ahora te lo cuento, voy a ir a por un vaso de agua y te lo cuento.
Aquella frase le extraño demasiado, bajé de la cama, mis piernas estaban más débiles que nunca, pero confiaba en que no me iban a fallar. Cuando fui a dar el primer paso su mano me agarró del brazo con suavidad, le miré, sus ojos estaban clavados en los míos.
-Sabes que me tienes para lo que necesites.
No lo pude evitar y le sonreí.
-Lo sé- me acerqué a él y ´le besé en la mejilla.
Salí de la habitación, por fin aire fresco, lo necesitaba, era algo agobiante estar todo el rato en la misma habitación. Fui a la máquina a coger agua, cuando me giré algo se paró, yo creo que fue el mundo entero, dejé de notar todo mi cuerpo, parecía como si la tierra hubiese dejado de dar vueltas al instante, todo absolutamente todo se paró. Traté de respirar profundamente, algo en mí cambió, la miré a los ojos, eran negros, sin embargo su pelo era castaño, incluso más que el mío. Las dos nos quedamos mirándonos, noté como su respiración se aceleraba, iba prácticamente al mismo ritmo  que la mía. La hice una evaluación con la mirada, era algo más bajita que yo, era completamente blanca, mucho más blanca que yo, su cara estaba llena de pecas y su nariz era exactamente igual que la mía, algo achatada. Era corpulenta, en eso sí que se parecía bastante a mí y de su mano colgaba una pulsera que brillaba con luces.
Unos niños pequeños que gritaban al fondo del pasillo me hizo volver a la realidad, no sabía que decir. Los niños se dirigieron hacia nosotras. Fueron reduciendo la velocidad hasta que se pararon al llegar a ella. Eran una niña y un niño, de la misma edad, de la misma estatura, pero ninguno de ellos era clon. Ella giró la cabeza mirándoles, ellos me miraron a mí. La chica era exactamente igual que yo cuando era pequeña. Él tenía algunos rasgos muy similares, pero no era lo mismo, si yo cogía la foto de mi infancia era la niña, iguales.
La puerta de mi dormitorio se abrió, Marcos asomó la cabeza. al verme allí parada se dirigió hacia mí.
-¿Estás bien?- me agarró por la cintura.
No reaccioné, no era capaz, no tenía fuerza, era como si al verla me hubiesen clavado un cuchillo y no pudiese moverme.
Ninguno nos movíamos, Marcos no entendía nada, ella no se movía, solo me observaba y los niños miraban expectantes, no tendrían más de 12 años.
-Gracias- por fin conseguí decir algo.
-¿Tú eres nuestra hermana?- el niño habló sin miedo.
-¿Hermana? - la voz de Marcos sonaba completamente extrañada, creo que entendía más o menos lo mismo que entendía yo.
-No lo sé- la miré esperando que dijese algo, pero seguía callada.
Creo que está situación nos estaba superando a todos, hasta que dijo algo definitivamente.
-Sí- mis ojos comenzaron a inundarse, los niños se acercaron a mí. Tragué saliva como pude. No sabía como tomarme aquellas palabras.
-¿Estás bien?¿Te duele mucho? Nos han contado que ha pasado. Me alegro que estés bien- era la niña pequeña- Soy Ana, él es Carlos y ella es Maite. Tenía ganas de conocerte.
-¿Sabéis quien soy?
-Claro, nuestro padre siempre nos habla de ti, dice que eres muy valiente, que te dedicas a perseguir a los malos dentro del muro de tu ciudad y eso mola- era el niño, hablaba emocionado.
-¿Y quién es vuestro padre?-Los dos niños me miraron extrañados, no entendía la pregunta.
-Papá, normal que no te acuerdes de él, llevas mucho tiempo sin venir a vernos y queríamos conocerte, nos contó que tú y mamá os tuvisteis que ir a otra ciudad porque tenías que trabajar allí- miré a Maite, negaba con la cabeza, con aquel gesto supuse que se lo tuvieron que inventar para no hacerles sufrir.
-¿Me dejáis hablar con vuestra hermana?-Los dos afirmaron y salieron corriendo otra vez.
-Soy Miny-Marcos iba a irse cuando le agarré la mano para que no lo hiciese. Se quedó parado y se colocó detrás, necesitaba que estuviese a mi lado por si me caía que era muy probable.
-Sé quien eres, gracias por la aclaración.
-Oye, no quiero quitarte a tus hermanos, no es mi intención tampoco era mi intención que tuvieses que donarme algo.
-No es culpa tuya, es culpa de nuestros padres. Y ellos no son mis hermanos, son los tuyos.- me parecía muy considerada.
-Pero tú los has cuidado- ella afirmó cuidadosamente- Una pregunta, ¿Quién es nuestro padre? Porque ahora mismo no tengo claro ni quien soy.- me reí, aunque no me apetecía absolutamente nada.
-No es quien crees que es. Es con el que vivo yo, bueno, y ellos. Nuestra madre tuvo una aventura con él y le dijo a "tu padre" que era suyo. A ellos les hicieron creer que tú te fuiste por trabajo con nuestra madre fuera.
Respiré hondo tratando de asimilar todo.
-¿Cómo estas de la operación?- sonrió ligeramente. Parecía irónico.
-Me dan el alta mañana y ya vuelvo a casa.- con aquella última frase la sonrisa desapareció de golpe. -Debería volver a la cama, estoy muy cansada.
Asentí y me dirigí a mi habitación.
-Pensaba que eras anti-clon- su voz me hizo pararme en la puerta.
-Sí, lo era, hasta que se enamoró de mí- me reí y le golpeé las costillas suavemente, sabía que lo hacía para relajar la tensión y se lo agradecía.
-Sí, lo era, ahora mi novio es un clon y tengo un clon. Mi vida en dos meses ha cambiado demasiado.
Me metí en mi habitación.
-¿Tienes un clon?- sus ojos eran de asombro absoluto, parecía que estaba absolutamente desencajado, pero había entendido toda la conversación.
-No me preguntes cómo, pero sí. Y hermanos también.
-Tranquila, hablarás con tu madre y se solucionará todo. Me abrazó con mucho cuidado y me beso el cuello. Me dirigí a la cama de la habitación y me tumbé y el conmigo.
-Descansa, pequeña- su voz era tranquila, sosegada.
-Gracias por estar a mi lado. Buenas noches

martes, 25 de noviembre de 2014

Capítulo17

Volví a respirar. Me dolía todo el cuerpo, no podía moverme. Notaba como algo me acariciaba la mano. Era suave, me acariciaba delicadamente. Abrí los ojos, allí estaba, su cabeza estaba apoyada en sobre la cama en la que estaba. Cerré los ojos, no podía mantenerlos mucho tiempo abiertos. Con algo de dolor levanté el otro brazo, y le acaricié el pelo. Al entrar en contacto con el abrí los ojos, él levantó la cabeza y me miró. Sus ojos estaba completamente humedecidos. Las lágrimas caían sobre su cara, sus ojos estaban completamente rojos. Al verme una sonrisa apareció en su cara.
-Hola- mi voz era muy debil, me costaba respirar bien y me dolía al pronunciar cada sílaba.
Respiró aliviado, se levantó de la silla y con cuidado me abrazó. Apoyó su cara contra mi hombro esta humeda, parecia que llevaba llorando mucho rato.
-Pensaba que te perdía.
-¿qué ha pasado?- no estaba del todo segura de lo que había pasado, solo recuerdo ir andando por el prado hacía el muro.
-Te ha atopellado un coche- la imagen de los dos coches acercándose a mí apareció en mi mente.
-¿Qué me han tenido que hacer?- se volvió a sentar.
-Solo te has roto el brazo y te han tenido que cambiar uno de los riñones que se te ha dañado.- me extraño lo del riñón, era de noche y parecía el mismo día que había tenido el accidente. Era imposible haber conseguido tan rápido el riñón.
-¿Cómo han conseguido el riñon tan rápido?- negó con la cabeza.
-No lo sé. Cuando me he enterado ya te habían operado. - se paró un momento-voy a llamar a tu madre que esta cenando.
Salió y a los dos minutos estaba ya con mi madre de vuelta.
-Cariño ¿cómo estás?
-Bastante cansada.
-Tienes que descansar- sonreí ligeramente.
-Mamá, una pregunta ¿cómo has conseguido un riñon tan rápidosi nadie de la familia es compatible conmigo? - se quedó en silencio. Sin hablar, me preocupó, era demasiado incómodo.
-Esa respuesta puede espera para otro momento.
-Mamá, no creo que hayáis conseguido tan rápido.
-Creo que debería irme- la voz de Marcos era seria.
Se acercó y me besó en la mejilla.
Cuando salió miré a mi madre.
-Mamá, dime la verdad, por favor.
Nos quedamos en silencio, el corazón comenzaba a bombear cada vez más rápido lo que me provocaba un dolor donde estaba la cicatriz de la operación.
-No creo que sea el momento de hablar de esto.
-Si, mamá es el momento.- mi voz era cada vez más dura con ella.
Siempre me habían dicho que mi principal problema era el hecho de no poder tener trasplantes con facilidad. Y lo había conseguido en menos de 12 horas.
-Cariño- la corté.
-Mamá, quiero la verdad.
Respiró profundamente.
-Tienes un clon.
Siguió hablando, pero dejé de escuchar el resto. Mi corazón se comenzó a acelerar. Mis ojos se fueron cerrando poco a poco. Me empecé a agobiar. Me dormí lentamente.

Capítulo 16

Ya era hora de salir a trabajar al muro, salí un poco antes para llegar lo antes posible la plaza mayor donde habían quedado mi tío y los responsables del ayuntamiento. Decidí ir por la parte larga para ver si me encontraba con Marcos de camino a la plaza.
Estaba lloviendo, la pereza iba en aumento a cada paso que daba, no me apetecía nada ponerme a trabajar ahora, lo único que me animaba era ver a Marcos, había quedado con el a las 5:30, solo tendría que trabajar una hora y medía, aunque de forma legal tendría que trabajar hasta las 9:30, pero como ya sabía, desde que conocí a Marcos, hacía pocas cosas legales.
Atravesé un prado, las zapatillas se me quedaban pegadas en el barro, pero con un poco más de esfuerzo conseguía sacarlas y dar el siguiente paso.
La lluvia mojaba mis mejillas. La brisa permitía que mi pelo fuese libre, se movía de un lado a otro. Miré hacia el cielo, estaba completamente encapotado y no parecía que fuese a salir pronto el sol, pero me daba igual, quería llegar ya al muro, quería que fuesen las 5:30, solo quería verle, estar con él, pasar cada hora que debería de estar trabajando a su lado. Simplemente quería pasar el día con él. Me hacía sentirme diferente, era algo que no lo podía describir, era algo diferente, es la extraña sensación de verle y ser feliz, ser la persona más feliz del mundo, quería gritar y decírselo al mundo, decirle a todo el mundo que me había enamorado de la persona más increíble que había conocido en mi vida y para desgracia de algunos esa persona era un clon, pero era el clon más perfecto que había conocido.
Me encantaba su sonrisa, su forma de mirarme, de tocarme y me hacía sentir segura a su lado, no sé, me costaba explicarlo, pero era eso lo que sentía, al saber que iba a verle sin saber por qué todo mi cuerpo comenzaba a acelerarse, me empezaba a poner muy nerviosa, dejaba de escuchar lo que había a mi alrededor y solo escuchaba mi corazón y mi respiración, estar con él era simplemente perfecto. Me encantaba.
Por fin llegué al final del prado, llegué a la cera, justo al lado había una carretera de dos sentidos. Un coche iba por otro prado que estaba justo al otro lado de la carretera y parecía que se iba a incorporar a esta.
Un pitido de un coche. Un frenazo. Miré hacia atrás. Dos coches. Dejé de respirar.

lunes, 24 de noviembre de 2014

capítulo 15

Llegué a casa, me quité la ropa que llevaba, me puse los primero pantalones vaqueros que cogí. Con los pantalones y sólo el sujetador, me dirigí al baño a peinar. Al mirarme al espejo una parte de mi cuello estaba rojo.
-Dios, creo que ahora mismo tengo ganas de matar a Marcos. - respiré profundamente, tenía previsto ponerme una blusa, pero no me iba a tapar el cuello, así que me puse una camiseta y una chaqueta, que conseguía disimular un poco el chupetón que tenía en el cuello.
Llegaba tarde, salí corriendo a casa de Juan Carlos. Llamé al timbre y había bastante jaleo, supuse que era la última, como llevaba ocurriendo desde hacia bastante últimamente.
-Hola- miré a todas las personas que estaban en la mesa. Estaban todos, Juan Carlos, Laura, Javi, Sara, Cris, Lourdes, Alex y Mery, en está última se paró mi mirada, no me podía creer que se atreviese a estar allí, después de lo que me hizo, había tenido la vergüenza de presentarse allí. No me miraba, pero a mí me quemaban los ojos al verla. Me hizo recordar aquella noche en la que casi me quedó en el sitio por culpa de su novio.
-Anda siéntate.- Era la voz de Laura, me hacía una señal para que me sentase a su lado.
Comenzamos a comer, no hablé mucho durante la cena, estaba más pendiente de Mery, que de vez en cuando levantaba la cabeza del plato para mirarme, pero rápidamente volvía a bajarla.
-Miny, ¿no tienes calor?- la imagen de Marcos me apareció en la cabeza.
-No, la verdad es que tengo hasta frío, no sé, últimamente estaba muy destemplada- traté de mantener compostura, para que no se notase que mentía, pero no me di cuenta y toqué mi cara con la mano y la bajé tan rápido que el cuello de la chaqueta se bajó un poco, pero lo suficiente para que se me viese el cuello.
-Sí, está muy destemplada, ¿eso es un chupetón?- la voz de Lourdes era de intriga completa, se levantó corriendo, no me dio tiempo a reaccionar y en un segundo ya estaba encima de mí agarrándome y bajándome la chaqueta- Oh dios mío, que mal te lo has pasado tú.
Todos se empezaron a reír. Y lo supuse, ahora comenzaba el interrogatorio:
-¿Y quién es?- Comenzó Sara-¿Le conocemos?
-¿Es guapo?- Cristina me miraba expectante desde el otro lado de la mesa.
-¿Vive aquí o es de otra ciudad?
Todos daban por hecho de que era un auténtico, ninguno pensaba que fuese un clon. Preferí no contestar a ninguna.
De pronto el teléfono me salvó la vida. Era mi primo Fernando.
-Dime
-Necesito verte ya- su voz sonó muy preocupada- nos vemos en cinco minutos en la fuente de la plaza.
Me colgó sin más.
Me asustó, aquella llamada me dejó en shock por completo.
-Me tengo que ir.-con aquella frase parecía que a todos se les había olvidado lo del chico.
-¿Pasa algo?- Juan Carlos me preguntó con preocupación.
-No sé, mi primo. Mañana nos vemos.
Salí corriendo de la casa cuando al ir a cerrar la puerta una voz desde dentro me detuvo.
-Espera- era Mery, me daba asco mirarla a los ojos- sé que estas enfadada y lo siento, Miny, de verdad que lo siento.
-¿Qué lo sientes? Me ibas a dejar morir y además lo estabas viendo ¿de verdad quieres que te perdone?
-Sí- afirmó con completa seguridad, una seguridad que me llegó a parecer sospechosa.
-Tú eres gilipollas, eres consciente de eso ¿verdad?- bajó la cabeza.- me voy, con gente como tú no quiero perder el tiempo.
Salí corriendo hacia donde había quedado con mi primo, cuando llegué ya me estaba esperando. Al verme se dirigió hacia a mí, me cogió del brazo y corriendo salimos de la plaza y nos dirigimos hacia un sector del bosque. Sus dedos me apretaban demasiado, tanto que me llegaban a hacer daño e impedía que la sangre llegase al resto de mi brazo, mi preocupación era máxima, mi primo me tenía completamente despistada.
Se paró en mitad del bosque.
-¿Qué pasa? Me estas preocupando Fer.
-¿Sabes algo de que puede pasar mañana a las 4 dentro del muro?- de pronto la imagen de mi tío y de los representantes del ayuntamiento del muro apareció en mi mente.
-No, pero hoy he escuchado al tío hablar de eso. ¿Por qué?
Se quedó en silencio pensando, me daba la espalda hasta que se volvió.
-No sé lo que es, es algo gordo, solo sé que es algo en la plaza, creo que es en la plaza mayor. ¿Tienes turno de tarde mañana?
-Sí.- decía mientras afirmaba con la cabeza.
-Ten cuidado por favor, no me lo podría perdonar si te pasase algo.- me abrazó, era mucho más grande que yo, solo era dos años más mayor y me sacaba 3 cabezas. Con sus brazos rodeó mi cuerpo, me dio un beso en la frente que me hizo tranquilizarme un poco, me había puesto algo nerviosa.
-Lo tendré.
-¿Qué es eso?- me señaló el cuello, sus ojos estaban completamente abiertos, ni pestañeaba. Se acercó a mí, yo ni me moví, sabía por donde iban los tiros. -¿Es lo que creo que es?
-Sí- afirme con algo de resignación.
-¿Vais en serio?- me paré un poco, respiré hondo.
-Creo que sí.
Le miré, una sonrisa le ocupaba toda la cara, incluso resaltaba más que sus ojos azules, y eso ya era muy raro.
-Ains, mi canija, cuanto me alegro- me cogió de los mofletes cual niña pequeña y me volvió a abrazar.- Y por lo que veo habéis llegado bastante lejos ¿no?
-Depende de lo que entiendas por lejos, pero sé lo que estas pensando y no, no ha pasado.
-Hacéis muy buena pareja, Marcos es un buen chaval.
Me quedé pensando un momento, le miré, parecía orgulloso de mí y todo.
-¿De que le conoces?- empezamos a andar hacia la ciudad.
-Muchas veces va a por el pan, la mayoría de los días
-Ah, no me lo habías contado. ¿Tú conoces a su auténtico?- era una pregunta que me llevaba haciendo desde hacia bastante. Era lógico, si Marcos es el clon, tiene que tener un hermano auténtico.
- Sí, bueno, de vista, es Álvaro, el de los banqueros- mi cara fue de sorpresa absoluta, no me lo esperaba, no se parecía en nada, Marcos era moreno y Álvaro era rubio con los ojos azules, la piel muy blanca y le había visto por el colegio cuando éramos más pequeños y era un chulo y un prepotente. Nunca me había caído bien.
-No se parecen en nada.
Fernando me daba la razón con la cabeza mientras pensaba en ello.
-Voy a enviarle un mensaje a Marcos para decirle que no quedamos a las 4 sino que a las 5-5`30.
-¿Pero no trabajabas?- me miraba con cara de no entender nada.
-Eh, sí, pero se pueden compaginar las dos cosas.
-¿Dejas de trabajar por irte con él?- afirmé- Como te pillen te echan lo sabes ¿no?
-Sí
-¿Y?
-Que me da igual, quiero estar con él.- sonrió y me fui a mi casa.

Capítulo 14

-No te rías- le dije golpeándole el hombro. Hacia que se tiraba al suelo como si le hubiese golpeado muy fuerte. Al volver a reincorporarse me abrazó y se siguió riendo.
Estábamos apoyados en un árbol, miraba al frente, el agua del río reflejaba la luz del sol en el bosque, que al ser tan frondoso impedía que llegase bien la luz.
-Algún día me lo dirás- negué con la cabeza.
-Jamás lo haré.
Cogió mi mano con delicadeza, la puso con la palma mirando al cielo y en ella empezó a dibujar cosas las cuales me eran imposibles de reconocer. Me ponía la piel de gallina, me encantaba.
-A ver, ¿Qué tiene de malo?- me miró, no le devolví la mirada, seguía mirando al frente, el agua del río me mantenía algo distraída.
-No es que sea malo, es que mi vida la he creado entorno al mote, nadie me llama por mi nombre, ni siquiera mis padres.-Cogí aire, le miré.-Es cierto que en mi vida no he tomado decisiones buenas, de las cuales me avergüenzo, y todo el mundo me ha conocido por ese nombre, es mi identidad, mi forma de ser, dentro de él esta todo mi mundo, mis decisiones malas, las buenas y toda  mi vida, es como un símbolo de quien soy.- Me paré en secó, traté de no reírme- bueno, eso y que no me acuerdo de mi nombre.
Su cara en ese momento era un completo poema, no lo pude evitar y me tuve que empezar a reír a carcajada limpia, no podía, su cara me acababa de descomponer toda la teoría.
-¿De verdad?- le miré, seguía flipando, no podía parar de reírme.
- Pues no- hizo un gesto que todavía me hizo más gracia y me seguía riendo- de todas formas, si se me olvida el nombre, tengo DNI para recordármelo, eso o mi madre.
-Eres lo peor que existe- empezó a hacerme cosquillas.
-No, Marcos, para- me conseguí levantar para que parará, pero me siguió, traté de correr para que no me cogiese.
-No huyas que te voy a coger igual, te recuerdo que yo he vivido prácticamente toda mi vida en el muro- escuchaba la voz de Marcos a lo lejos.
Le había perdido por completo, me escondí detrás de un árbol y en ese preciso instante me acababa de dar cuenta de que había fallado en la primera norma de cualquier agente, no perder de vista a tu adversario. Salí de detrás del árbol cuando unas manos me rodearon con delicadeza la cintura.
-Te lo he dicho- me susurró en el oído, el vello de mi nuca se me erizó, su aliento me acarició la oreja y parte de la cara.
Me giró para mirarme, sus ojos se quedaron en los míos, tranquilos, sin nerviosismo, mientras sin ser del todo conscientes, andábamos hacia atrás para apoyarnos en el árbol.
-He tardado poco en encontrarte- le sonreí.
Se acercó hasta mí, cada vez un poco más cerca, hasta que sus labios se juntaron con los míos, mi corazón iba a mil. Una de mis manos se colocó en su espalda, cerca de su cuello. Noté como una pequeña brisa entraba por la parte de la cintura, mientras notaba como mi camiseta se despegaba de mi cuerpo, su mano comenzó a subir por mi cintura, de un lado a otro bordeó el contorno de mis pantalones entrando en contacto con mi piel. Dejó que la camiseta volviera a colocarse en su sitio, colocó sus manos en la cremallera de mi chaqueta y la bajó delicadamente. Mis manos se colocaron en su pelo. No quería que ese momento acabase. La chaqueta se desabrochó, con un movimiento y con su ayuda, conseguí quitármela. Coloqué una de mis manos en su estómago, noté la perfección de sus abdominales. Su boca comenzó a bajar por mi cuello, con delicadeza. Metí mi mano en su camiseta. Comencé a notar calor, que llegaba desde mi pecho hasta mi cabeza.
Escuché un pitido que provenía de mi reloj, quería ignorarlo, pero no podía, me tenía que ir y si hubiese sido otro día me habría dado igual, pero tenía que cortar este momento. Saqué mis manos de su camiseta y le separé ligeramente de mí.
-Me tengo que ir- me mordí el labio.-Lo siento.
Sonrió ligeramente.
-No pasa nada. ¿Mañana te veo?
´-Sí, además tengo turno de tarde. ¿Aquí a la misma hora?
Afirmó con la cabeza y me comencé a andar cuando su mano me paró. Tiró de mí y me llevó hasta él.
De nuevo me volvió a besar. Me fui.
Cuando estaba apunto de cruzar la valla escuché unas voces y sigilosamente me dirigí hacia ellas.
Eran mi tío y los principales representantes del ayuntamiento en el muro.
-Mañana a las 4 lo hacemos entonces. Nos vemos.
Todos se fueron, no entendía nada, me quedé pensando y me volví a casa. Había sido muy raro todo.

jueves, 20 de noviembre de 2014

capítulo 13

Mi primer mensaje del día iba a ir para él:"Me han cambiado el turno, tengo turno de noche, ¿sabes donde está la fuente del bosque?"
Me fui a casa de mis padres.
-Hola- mi voz resonó en la entrada de la casa.
-Cariño- la voz de mi madre surgió de la parte de arriba de la casa- no t eesperaba, ¿qué haces por aquí?
Mi madre bajó las escaleras y me abrazó.
-Te traigo lo que me pediste- mi madre me sonrió.
-Dejaló al lado del fregadero, le dejé la compra donde me habíia indicado. Saqué un vaso del armario.
-¿Quieres coca-cola?- mi madre se había ido a sentar al salón.
-Sí, por fa.
Volví a abrir el armario y cogí otro vaso, me dirigí a la nevera y como pude llevé la coca-cola y los vasos al salón. Nada más dejarlos, me llegó un mensaje. Me tiré en el sofá y cogí el móvil.
"Claro, allí nos vemos, ¿sobre las 10 te viene bien?" "Por supuesto, allí nos vemos"
-¿Y esa sonrisa?- mi madre me estaba mirando, cuando me quise dar cuenta tenía una sonrisa de oreja a oreja y era imposible negarlo.
-Laura- traté de mentir a mi madre, pero su cara parecía que no se lo había creido.
-Tú tampoco te crees lo que me acabas de decir, ¿ a qué no?- me empecé a reir.
La miré y me puse sería, a ella no podía decirselo por mucho que fuera mi madre, si se enteraba, a lo mejor me echaba de la familia o algo, me daba miedo¿ Por qué me he tenido que enamorar de uno de ellos? Dios, yo síempre he querido ser una persona normal, sin complicarme la vida; pero no, ¿por qué salir con un auténtico? claramente mejor salir con un clon, los problemas van a ser muchos menos, sin lugar a dudas. En mi mente era irónica, pero me martirizaba.
-Solo ten cuidado- no entendí aquel comentario, levanté las cejas sin entenderlo- amale y respétale y si de verdad le quieres lucha por él hasta el final, que nada ni nadie se interponga entrte vosotros y mucho menos los genes.
Dejé de procesar la información desde la primera palabra, no daba crédito a lo que mi madre me estaba diciendo y lo que no llegaba a entender era como lo sabía, sabía que estaba con un clon y le daba igual, bueno, parecía incluso que estaba orgullosa de mí. Me sonrió.
-Lo haré.
Ni siqueira quise preguntar. Me quedé hasta las 8 de la tarde allí.
Cené y me fui lo antes posible, tenía muchas ganas de verle, después de lo que me había dicho mi madre más todavia.
Llegué a donde habíamos quedado, era algo pronto, todavía él no había llegado, así que me quedé apoyada en la fuente. Era un lugar muy bonito, estaba en medio del bosque, poca gente lo conoce, yo me lo encontré de casualidad y se ha convertido en uno de mis lugares favoritos, por suerte la luz de la luna lo iluminaba, de no ser por eso, no se vería nada.
-Me encanta este lugar- con cada palabra mi corazón comenzaba a acelerarse, me giré y allí estaba, con unos vaquero y una sudadera, hacia un poco de frío, pero soportable con una chaqueta como la que llevaba yo, era blanca y unos pantalones vaquero- es uno de mis lugares favoritos.
Le sonrié, él me la devolvió al verme. Me acerqué a él.
-Me ha encantado lo que me escribiste-me cogió de la mano y me acercó a él hasta que nuestros cuerpos entraron en contacto. Con mucha delicadeza me toco la mejilla y le sonreí, me abrazó.
Empezamos a andar por el bosque. Le miraba de reojo para ver su perfecto rostro y no lo podía evitar, una sonrisa se me colocaba en el rostro.
-¿Esto es legal?- su voz sonaba algo preocupada.
-¿El qué?- me quedé mirando con cierta inquietud.
-Deberias de estar trabajando ¿no?- sonrió levemente.
-¡Eh! Probablemente, últimamente haga muchas cosas ilegales- mi voz era irónica por completo.
-¿Y desde cuando rompes tantas normas?
-Desde que te conozco, eres una mal influencia para mí-nos empezamos a reír.
De pronto se puso serio, se acercó a mí con mucho cuidado, colocó sus mano en mi espalda y me acercó hacia él.
-¿Por qué no te alejas de mí? - sus ojos estaban mirando los míos, me dejó en blanco aquella pregunta.
-Porque no puedo- mi respiración se empezó a acelerar- porque ahora mismo tú eres el centro de mi vida, no puedo dejar de pensar en ti, cada segundo de cada día estas en mi mente.
Una de sus manos dejó de tocar mi espalda y con mucho cuidado, rozó mi cara. Cada vez estábamos más cerca, mi corazón iba a mil en ese momento.
-No quiero que te vayas de mi lado, me moriría, todo volvería a cambiar y no quiero, quiero estar a tu lado cada día. Si te vas me volvería loco, ahora lo eres todo para mí, eres mi vida, todo mi mundo gira entorno a ti porque tu eres mi mundo.
Le besé, sin miedo. Todos mis nervios desaparecieron, todos mis sentimientos hacia él aparecieron en ese beso.
Me separé ligeramente.
-Voy a hacer cualquier cosa por estar a tu lado, aunque sea ilegal- mi voz era sincera, era lo que realmente sentía.
-No quiero que te vayas, me da miedo perderte, me da miedo no tenerte. Lo eres todo para mí.
-No te vayas nunca.
-Jamás pequeña- le abracé tras aquella contestación, me devolvió el abrazo y besó la frente.
Por primera vez en mi vida estaba siendo realmente feliz y todo gracias a él, gracias a una persona que siempre había odiado hasta que le di una oportunidad y me acabé enamorando de él.

miércoles, 19 de noviembre de 2014

Capítulo 12

Para mi desgracia, hoy tenía comida familiar y lo único que quería era que se pasase lo más  rápido posible. Pero como suele pasar, se me hizo larguísima, traté de acercarme a mi primo Fernando y traté de hablar lo menos posible. Cada vez que salía el tema de los clones, trataba de escudarme en mis primos pequeños cuidándoles, prefería no escuchar, cada palabra me hacía pensar en Marcos y no lo podía evitar, me dolía, cada insulto y me daban ganas de decirles a todos que no son como creemos, que son mejores, que son personas increíbles, pero claro, si digo eso, probablemente me echasen de la familia o casi.
Por suerte, pude poner una excusa mala para irme nada más acabar el postre y esa excusa incluía a mi primo. Necesitábamos los dos salir de allí, nos agobiaba aquello.
-¿Cuándo me lo vas a contar?- nos dirigíamos a mi casa para tomar algo.
-¿El qué?- me miró como si fuese obvio, pero yo traté de seguir haciéndome la loca.
-Lo que te pasa y no me digas que no te pasa nada, porque no me lo creo.-Esperó mi respuesta, pero no llegó, trataba de alargar lo máximo posible contarle algo de esto a mi familia.
Miré al frente, haciendo que ignoraba a mi primo por completo, pero él me conocía, sabía que me pasaba algo y iba a intentar descubrirlo.
-Miny, que nos conocemos, no me jodas, tú siempre entras en todas las conversaciones de clones la primera y hoy no has entrado en ninguna- entramos en mi casa y nos subimos a mi habitación, mientras Fernando me demostraba que me pasaba algo- y por supuesto, a ti no te gustan los niños y hoy te has tirado con los primos toda la comida y eso no te lo crees ni tú- se empezó a reír, me tumbé en la cama y él se quedó sentado en la ventana.-Sabes que no se lo voy a decir a nadie y menos de la familia.
-Lo sé, pero me da miedo- me miró muy extrañado tras aquellas palabras.
-¿El qué te da miedo?
-Creo que el simple hecho de admitirlo.- con la almohada me tapé la cara, tratando de esconderme yo e intentando que con ello desapareciesen mis problemas, pero seguían ahí, Marcos seguía en mi cabeza cada segundo de cada día, de cada momento, era el centro de mi mundo.
- Sea lo que sea no puedes tener miedo de nada, aquí no te va a pasar nada, estoy yo, nadie más, soy el único de la familia pro-clon y lo saben todos y me da igual, no me da miedo ni admitirlo ni enfrentarme a la familia ni a quien sea necesario por defenderles.-levanté el brazo para pararle. Mi almohada seguía sobre mi cabeza.
-No eres el único.
-¿Qué?- no me había escuchado.
-Que no eres el único que los defiende- me quité la almohada de la cara y me levante. Su cara cambió por completo, no se esperaba eso, tenía muchas cosas en mente, pero esa justamente no y su cara lo decía todo.- Dios, no me mires así.
-Pero...- se quedó parado sin saber que decir.
-Creo que me he enamorado de uno- me mordí el labio mientras se lo decía, su cara era de asombro absoluto, no sabía ni que decir.
Pasaron unos segundos hasta que reaccionó.
-¿Es una broma?- negué con la cabeza y una sonrisa apareció en su cara- creo que estoy flipando.
Me empecé a reír.
-¿Quién es?
-Eso no te lo voy a decir ni de coña, demasiado que te lo he contado.
-Me alegro que lo hayas hecho.- le abracé.
Me dirigí hacia el baño para cambiarme, mientras me estaba quitando la camiseta la voz de Fernando desde la habitación me hizo parar.
-Miny, un chico de tu misma edad, así moreno, con una pulsera, muy alto y con el pelo en cresta, ¿te dice algo?- mi cara era de completo asombro. Me puse corriendo la camiseta y salí del baño en manga corta con el frío- no te lo digo por nada, es solo que está ahí.
Señaló la ventana, m dirigí corriendo hacia ella y mi corazón dio un vuelco, allí estaba, mirando a la ventana y al verme sonrió. Le hice una señal para que entrara por delante y se dirigió para ya.
Cogí a Fernando por un brazo y le obligué a bajar corriendo las escaleras de casa, mientras se reía.
-Jamás imaginé que acabarías con Marcos- mi mirada fue asesina, se empezó a reír sin poder parar- porque ¿estáis juntos verdad?
Parecía que mi cara lo decía  todo, porque se autocontestaba solo.
Llegamos a la puerta y al abrir, allí estaba él, con una sudadera y unos vaqueros esperando tranquilamente.
-Yo... yo ya me iba- la voz de mi primo era completamente irónica, trataba de esconder la sonrisa pero se le notaba demasiado.
-Hasta luego- salió por la puerta y se paró. -Hola- sonreí.
-Hola- le dejé pasar, al ir a cerrar la puerta mi primo estaba haciendo gesto que me provocaron la risa, hasta que cerré. -¿Estás bien?- Marcos me miró preocupado.
-Sí, claro, ¿por qué no iba a estarlo?- le indique que subiese para arriba, hacia mi habitación, nos sentamos tranquilamente en la cama.
- Es que hoy no te he visto- parecía algo decepcionado, mis manos comenzaron a sudar, estaba muy nerviosa.
-Es que me tocaba día libre, me he ido a comer con la familia, para mi desgracia.
-¿Desgracia por qué? Si comer con la familia es lo mejor que existe- me sonrió.
-Eso en el caso de la tuya, la mía, es que es muy radical con el tema de los clones y es complicado de vez en cuando- me miró tratando de entenderlo.
-Pensaba que tú también eras algo radical- en ese momento, miré por la ventana, me daba miedo admitir lo que había pensado durante tanto tiempo- ¡Eh! no pasa nada, es comprensible.
-No, no lo es.- respiré profundamente- no os merecéis lo que os hacemos, sois personas como nosotros. Y siempre os he tratado mal y me arrepiento de ello.
Me pasó su brazo por mis hombros y me hizo tumbarme contra su pecho, noté como su corazón latía.
-¿Ya no piensas como antes?
-Creo que no
-¿Por qué?- no quise responder a esa respuesta, pero en parte me sentía obligada, porque era él.
-Porque conocí a uno de los vuestros y descubrí que era una de las personas más increíbles que había conocido en toda mi vida. - empecé a notar como su respiración se aceleraba al compas de su corazón, el mío también empezó a latir más rápido, mucho más rápido.
Sin querer, rocé su mano con la mía, al principio, la aparté rápidamente, pero al devolverla a su sitio inicial, su mano seguía allí, y esta vez no la aparte. -su dedos lentamente se entrelazaban con los míos, hasta que eran como una única mano. Estábamos completamente en silencio, centrados en nuestras manos, con delicadeza empezó a acariciarla, con suavidad.
Le miré, sus ojos se fijaron en los míos. Todo a nuestro alrededor se desvaneció, solo estábamos allí, quietos sin decirnos nada, solo nos mirábamos, mientras, poco a poco se iba anocheciendo. Me quedé dormida sobre su pecho. Cuando me desperté, eran las 2 de la mañana, ya no estaba, se había ido, pero mi cama seguía oliendo a él. Cogí el móvil y encima había una nota.
"Yo siempre odié a los auténticos, hasta que conocí a una persona que de pronto me cambió la vida, lo que ante veía negro ahora es blanco y lo que antes me importaba ahora ha perdido importancia porque ya solo me importa una cosa que jamás pensé que me fuese a importar, me importas tú. PD: te dejo mi número guardado en el móvil, mañana quiero verte, espero que me llames". Me volví a dormir, una sonrisa de lado a lado estaba en mi rostro y en mi mente solo estaba él.

lunes, 17 de noviembre de 2014

Capítulo 11

-¿Puedo pasar?- me costó reaccionar, mi brazo, de forma automática, hizo un gesto para que pasara.
Estaba mojado, estaba lloviendo, bueno, más bien diluviando y venía sin paraguas. Se quedó parado en la entrada sin saber muy bien a donde ir.
-¿Qué hora es?- después de quedarme dormida en la ventana, me había perdido por completo. Me preocupaba que no pudiese volver al muro.
-Me da igual- se paró un momento, me miró- necesitaba hablar contigo.- Nos quedamos mirándonos a los ojos, no podía evitarlo, no podía dejar de mirarle, era superior a mis fuerzas. Era imposible. -Me estoy volviendo loco.
Le ofrecí entrar al salón y sentarse en el sofá. Me senté en el sofá que estaba justo al lado.
-Le salvaste la vida a mi hermana y no te he dado las gracias- se frotó las manos para entrar en calor.
Al ver aquello me levanté, él me siguió con la mirada, cogí una manta que había en una silla y se la puse encima de los hombros. Me quedé sentada a su lado.
-¿Cómo está?- me miró.
- Viva, y todo gracias a ti.- agaché la cabeza.- Miny, le salvaste la vida a mi hermana- me sorprendió que se supiese mi nombre, le miré, en su mejilla caía una lágrima.
-Tú me salvaste a mí- volví a agachar la cabeza.
-No es lo mismo.- Ahora era él el que agachaba la cabeza. -Tú no tenía porque salvarla, y lo hiciste.-De forma delicada, su mano se colocó en mi cara, justo en mi mejilla, estaba fría. Me hizo levantar la cara y mirarle a los ojos.-Gracias.
Nos quedamos así un rato, me concentraba en él y en que el oxígeno llegase a mi cerebro. Su nariz era algo achatada, por sus mejillas, tenía una pecas pequeñas. Su pelo, estaba pegado por el agua de la lluvia, era moreno oscuro. Su piel era algo más clarita, pero muy morena también, su expresión en ese momento era completamente seria.
-Marcos, tu tampoco tenías porque salvarme después de la paliza que te pegué y lo hiciste.
-Y lo volvería a hacer mil veces más- se paró- aunque me destrozaste- se rió por lo bajo, esa sonrisa que me había encantado esta tarde volvía a aparecer y me volvía loca. Sonreí a la vez que lo hizo él.
-Lo siento de verdad, no... es que...- no sabía ni que decir para justificar lo que hice.
Me cogió de las manos y me las colocó entre las suyas, acercó sus labios a mi oreja, delicadamente y sin apenas percibirlo, me rozó el filo de mi oreja con ellos.
-Tranquila- me susurró.
Nos separamos, sus manos liberaron las mías.
-Si quieres pasarte algún día a verla, pregunta por ti.- me extraño aquello.
-¿Por mí?- afirmó con la cabeza, sonreía, trataba de demostrarme que lo que hice fue increíble.
-Se acuerda de ti, sabe que fuiste tú la que la salvaste, que fuiste con las medicinas y que la cogiste. Del resto no recuerda nada, bueno, sí que discutiste con Luis. - supuse que era el hombre del brazo que tenía en el pecho.
-No creo que en tu casa fuese bien recibida.
-Yo tampoco pensaba que fuese a ser bien recibido aquí y no ha sido así.- Su sonrisa volvió a aparecer en su rostro, le devolví la sonrisa.
Nos quedamos un momento en silencia, hasta que él lo interrumpió.
-Creo que debería irme- miré el reloj, eran más de las 10, se me había hecho muy corto y no quería que se fuese, pero era lo que le tocaba. -Aunque no tengo muy claro como.
- Tranquilo, ven.
Subimos a mi habitación, abrí la ventana.
-Necesito que confíes en mí.- Me senté en el borde.
-Lo llevo haciendo desde que te conozco.
Salté sin dudarlo tras aquellas palabras. Él saltó detrás.
-¿Esto es legal?- su voz no sonaba nada preocupada, de hecho parecía que se lo tomaba a broma.
-No- me reí y él también.
Caminábamos por el bosque cuando llegamos a la valla. Le dejé pasar a él primero, luego pasé yo. Cuando estábamos apunto de llegar al claro me paré, le cogí la mano para que él también se parase.
-Yo no puedo seguir, si me ven, me puede caer una buena.- se volvió hacia mí, estábamos bastante cerca.
-Tranquila, sé volver desde aquí.
Me giré para irme a casa, pero ahora era su mano la que me paraba.
-Gracias- su voz me hizo notar un calor a lo largo de todo el cuerpo, aquellas palabras me dejaron sin aliento, no sabía ni que responder.
Le miré a los ojos, una pequeña sonrisa surgió en mi cara. Él me miraba. Me olvidaba de todo cuando me perdía en sus ojos. Tragué saliva.
-Ten cuidado, por favor- mi voz sonó algo preocupada.
Se acercó a mí.
-Estaré bien, tranquila.- se paró en seco, tragó saliva, parecía nervioso.-ten cuidado tu también.
Me volví a casa, me tumbé en la cama y acababa de descubrir lo que llevaba intuyendo desde hacia tiempo, todo mi mundo había cambiado, yo había cambiado, sentía que ya nada era lo mismo, ya no podía vivir como lo estaba haciendo, ahora le necesitaba, le quería tener a mi lado en cada momento, necesitaba saber que estaba bien, protegerle, empezaba a sentir que sin él nada tenía sentido. Descubrí lo que llevaba intuyendo desde hacia tiempo, me había enamorado de él.

Capítulo 10

Llevaba una semana sin verle y estaba pudiendo conmigo. Los ánimos dentro del muro seguían estando muy calientes con todo lo sucedido, además el tema de las medicinas se había estado propagando por todo el muro y  en ocasiones había protestas de los clones tratando de salir del muro y quedarse fuera, a veces esas protestas subía de tono y acababan convirtiéndose en peleas con piedras y algunos artilugios demasiado peligrosos. No le había visto en ninguna pelea, pero me daba miedo que le hubiese pasado algo, a lo mejor no nos hemos enterado de algunas cosas y le había pasado algo y no le había podido proteger. El corazón se me encogió, no podía pensarlo, trataba de coger aire, pero no podía, los pulmones se me cerraban cada vez que pensaba en ello.
-Miny-la voz de Laura me devolvió a la consciencia, cerca del campo de fútbol.-Tía, ¿estás bien?- Su voz sonaba muy preocupada, se paró delante de mí y me miró a los ojos tratando de comprender que me pasaba- Llevas unos días muy raros, me tienes preocupada.
-No estoy durmiendo bien últimamente- en parte era mentira, porque obviamente estaba pensando en Marcos, pero por otro lado era verdad,, no dormía bien, muchas cosas vagaban por mi cabeza por las noches y no me dejaban dormir.
- Te conozco y sé que no es por eso, ¿qué te pasa? no me cuentas nada últimamente, estás muy callada y tu cabeza no está aquí.-respiré profundamente, tenía miedo de contárselo, pero era mi mejor amiga, había estado a mi lado desde que éramos pequeñas.
-Creo que me gusta alguien- sonrió y se puso a saltar.
-Pero si eso es fantástico, ¿Qué problema hay?- no la respondí, me quedé en silencio, tragué saliva intentando evitar contestar a aquella pregunta. De pronto lo supo, cerró los ojos tratando de entender y asimilar lo que acababa de saber- no es de los nuestro ¿no?
Negué con la cabeza, pasó de la felicidad a la seriedad absoluta. Seguíamos andando, completamente en silencio.
-¿Qué vas a hacer?-resoplé
-No lo sé- me reí irónicamente, no pude evitarlo.
-Sabes que estoy aquí para lo que necesites- sonreí sin poder evitarlo y la abracé.
-Gracias- la verdad es que lo necesitaba, necesitaba que alguien de mis amigos me dijera eso.
Ya era la hora de volver a la ciudad, fuera del muro. Cuando volvíamos, pasamos por una de las calles de la plaza, había un parque y en él había un grupo de persona, de diferentes edades, reconocí a todos al instante, pero mis ojos se quedaron en uno, suspiré al verle bien. Estaban hablando alegremente cuando nos vieron que se quedaron completamente en silencio. Mis ojos se posaron en él, el resto me daba absolutamente igual, solo le podía mirar a él. Sus ojos se levantaron del suelo y me miraron, una pequeña sonrisa apareció en su rostro, duró una milésima de segundo, era disimulada  y era perfecta. Seguimos andando hasta salir del muro, me fui a mi casa, me apetecía echarme la siesta, por fin se había acabado el doble turno y podía descansar bien.
Un grupo de personas estaban sentadas en un corro, me fije en uno, sus ojos eran marón color caramelo, todo a nuestro alrededor desapareció, nos quedamos completamente solos, todo mi cuerpo comenzó a acelerarse, una sonrisa apareció en su boca y no lo pude evitar y le devolví la sonrisa, era perfecta, sus labios ligeramente abiertos que mostraban sus dientes algo imperfectos. De pronto, desapareció, mi corazón comenzó a  latir tan rápido por el miedo de haberle perdido que me dolía. Me desperté, el sudor caía por mi frente, el miedo seguía en mí y mi corazón poco a poco se empezó a relajar. Era de noche, se había oscurecido todo, miré el móvil, marcaba las 9. Me levanté de la cama, me puse una sudadera y me senté en la ventana. Apoyé mi cabeza sobre la ventana, el cristal estaba frío, pero no me importó. No entendía que me estaba pasando, no podía evitarlo, cada vez que cerraba los ojos él aparecía, cada noche soñaba con Marcos y no podía evitarlo, aunque no estaba segura de que quisiese. Volví a cerrar los ojos, me quedé ahí, sentada, durante un tiempo que no supe definir, hasta que el timbre de mi casa me devolvió al mundo real. Bajé con cuidado las escaleras, me dirigí hacia la puerta.
Dejé de respirar. Estaba cabizbajo, pero subió la cabeza al abrir la puerta. Esos ojos color caramelo me hicieron volver a respirar.

domingo, 16 de noviembre de 2014

Capítulo 9

Me había pasado a recoger los antibióticos que Sergio me había pedido.. Era por la tarde y la tenía libre, así que aproveché para llevárselos.
Entré en el hospital con la caja, en recepción una mano me saludó, era la de Sara que estaba trabajando.
-¿Está Sergio en la 5?- afirmó con la cabeza, y me dirigí hacia allí. Tuve que pasar por un pasillo largo, hasta llegar a unas puertas, no tenía manos libres para abrirlas, así que me toco hacerlo con la cadera. Al girarme vi la sala de espera llena de gente, que se me habían quedado mirando al verme entrar. Sus caras lo decían todo, su odio hacia mi persona era bastante evidente, pero lo ignoré y me dirigí hacia una habitación en la que la puerta estaba colocado un papel con el número 5. De camino, me quedé mirando a una chica, no tendría más de 15 años, estaba completamente pálida y con la mirada perdida. Todo su peso lo apoyaba en unos brazo muy fino que parecían que iban a ceder de un momento a otro, temblaba de frío y eso que iba con un abrigo y en la calle no se bajaría de los 20 grados. Continué andando, cuando estuve apunto de llegar a la puerta, la voz de un hombre me hizo darme la vuelta.
-¡Eh! ¿A donde te crees que vas?- estaba de pie, con el brazo encogido sobre su pecho- llevamos algunos 2 horas esperando, no vas a llegar tú aquí a colarte.- afirme con la cabeza.- además a ti aquí no te pueden atender, auténtica de mierda.
Le miré, estaba tranquila, me dirigí hacia él.
-¿Quieres qué me vaya?
Una mujer desde el otro lado de la sala contestó por él.
-Sí.
Mi mirada se dirigió hacia ella.
-¿Con todas las consecuencias que eso conlleve?- la mayoría de los que estaban afirmaban con la cabeza- yo que venía a traeros medicinas, pues entonces me voy.
Todos cambiaron sus rostros en ese momento, no sabían que decir, yo simplemente me fui hacia la puerta, cuando fui a abrir, el mismo hombre que al principio me había parado, trató de convencerme:
-Espera, por favor, las necesitamos- respiró un momento- algunos llevamos más de dos horas esperando, es desesperante, siento lo que te he dicho, pero lo necesitamos- sus ojos comenzaban a inundarse poco a poco.
Cerré la puerta y me dirigí de nuevo a la habitación número 5. Al ir a entrar, el mismo hombre intervino.
-Gracias de verdad- se quedó en silencio pero no se sentó- ¿te puedo pedir un favor?
Levanté las cejas con sorpresa, no me esperaba aquello. No sé quien se creía para pedirme ningún favor.
- Pides mucho, ¿no?- ignoró por completo mi comentario.
-Se va a morir- señaló a la adolescente que había mirado antes. Seguía con la mirada completamente inconsciente, como si no se estuviera hablando de ella. A un hombre que estaba al lado de la puerta, le di la caja con los medicamentos y me dirigí hacia la chica.
-Pequeña, ¿estás bien?- no se movió, habían desaparecido los temblores, sus ojos me siguieron cuando me ponía de rodillas delante de ella- ¿Qué te pasa?
-Yo creo que tiene algo en la pierna, ha llegado cojeando- escuché a la mujer si aparta la mirada de la joven, poco a poco se le fueron cerrando los ojos, sus brazos dejaron de estar tensos sujetando su cuerpo y cedieron, su cuerpo cayó sobre mí. La cogí y entré directamente en la sala en la que estaba Sergio.
Al entrar me miró, una señora mayor estaba en consulta, hablaba con él. Tumbé el cuerpo de la joven inconsciente en una camilla.
-Te he dejado las medicinas fuera- Sergio se colocó al otro lado de la camilla.-Creo que es una de las piernas.
Cogí unas tijeras que había en un estante y le corte una de las piernas del pantalón, su pierna estaba perfecta, al ir a cortar la otra, tenía una herida infectada que le recorría desde la rodilla al tobillo.
-Me encargo yo, que tú tienes mucha gente ahí fuera.
-¿Sabes hacerlo?- afirmé con la cabeza, menos mal que en la academia te enseñar a tratar estas cosas.-El quirófano 1 estará libre y preparado.
La operación fue sobre ruedas, por suerte no se había infectado del todo y no hubo que cortar. Me dirigí hacia la consulta de Sergio. Una de las mujeres que estaba en la sala de espera, estaba siendo atendida.
Al verme entrar, afirme con la cabeza para que supiera que todo había salido bien.
-¿Dónde vive? Voy a ir a avisar a la familia.
-El la calle del parque, la tercera casa por la zona del bosque.
Me dirigí hacia allí, había dejado a la pequeña en observación por si había algún contratiempo.
Llamé al timbre, tuve que espera un momento hasta que alguien me abrió la puerta. Allí estaba él, no me dio tiempo ni a reaccionar, mi respiración se cortó y mi corazón se empezó a acelerar.
-No quiero tus agradecimientos- se giró y cerró la puerta, pero mi mano de manera inconsciente se colocó en la puerta para que no se cerrase. -Te he dicho que te largues.
Supuse que sería su hermana, él no tendría más de 23 y la chica tendría unos 15.
-Espera,- me paré- ¿tienes una hermana de unos 14 ó 15 años, rubia...?
Iba a continuar describiéndola, pero su cara lo decía todo.
-¿Está bien?¿Qué la ha pasado? Cómo la hayas hecho algo te mato- su voz era dura.
-La hemos tenido que operar- vi como por sus mejillas caían pequeñas lágrimas. Antes de que dijera nada, continué hablando.- pero tranquilo, está bien, se ha cortado con algo y se le había infectado. Está en el hospital.
Su respiración se ralentizó.
-¿Puedo verla?- afirmé con la cabeza.
Le llevé a la habitación, durante el camino no nos dijimos ni una palabra.
Entró en la habitación, su hermana ya estaba despierta. Marcos la abrazó, empezaron a hablar, yo me dirigí hacia las máquinas que estaban al lado de la cama, para ver que todo estaba correcto. Me miró, noté como sus ojos buscaban los míos y los encontró, nos quedamos así unos segundos cuando la puerta se abrió, una mujer mayor y un hombre entraron con David, uno de los amigos de Marcos.
Nadie se percató de mi presencia y supuse que era el momento de irme.
Salí del hospital, me dirigí a mi casa y por primera vez me sentía orgullosa de haber salvado a alguien y no era un auténtico.

sábado, 15 de noviembre de 2014

Capítulo 8

Las manos de Raúl me oprimían el cuello, el oxigeno no llegaba a los pulmones. De repente aparezco en mi habitación, sudando, habían pasado 5 días y aún tenía pesadillas. Miro el móvil, todavía son las 6 de la mañana. Me levanté , me dirigí al baño, me mojé la cara para quitarme el sudor y me volví a la cama. En mi cabeza desde aquel día, solo estaba la pregunta de por qué Marcos me había salvado la vida, no sabía que pensar. Me tiré en la cama, pensando en ello, hasta las 8, cuando me levanté, me vestí y me dirigí hacia mi puesto de trabajo, pero por primera vez desde hacía meses, me iba por el camino largo.
Salí de casa, el frío me recorrió el cuerpo y me provocó un escalofrío. El sol ya había salido.
Llevaba sin ir a trabajar los 5 días, me habían dado de baja alegando un dolor en la rodilla. No quería salir de mi casa, mi cuerpo estaba destrozado, y tampoco quería que viesen lo que me había pasado en el cuello, seguía teniendo las marcas de las manos de Raúl, pero ya no eran tan fuertes y más o menos podían pasar desapercibidas.
La verdad es que ya no sabía en quien confiar, Mery era una persona con la que prácticamente me había criado, como todos mis amigos, desde pequeños vamos juntos a todos los lados y siempre sabes todo sobre ellos, y todos sabíamos que Mery era una persona que defendía a los clones, pero de pronto se convierte en una persona completamente diferente, no llegaba a entender nada.
A las 8'55 llegué al muro, todavía no estaba abierto, así que me tocó esperar.
-Miny- una voz que llegó de atrás, me asustó. Era Javi, estaba sorprendido de verme- ¿ya estas bien?-Afirmé con la cabeza a aquella pregunta.- Nos habías asustado, no sabíamos nada de ti y dijimos de pasarnos, pero con los líos que ha habido aquí dentro, hemos tenido que duplicar el turno, ahora todos trabajamos doble turno.
Me extrañó aquel comentario, sabía que había doble turno porque me llegó un mensaje de mi tío, pero no sabía que era porque había habido lio.
-¿Qué ha pasado?- me miró extrañado.
-¿No te has enterado?- negué rotundamente, cuando iba a empezar a contármelo se abrieron la puertas del muro. Nos dirigimos hacia dentro los dos y comenzamos a andar. - El otro día Raúl fue a por varios clones- mi corazón comenzó a ir más rápido por momentos- sin sentido, yo no entendí nada, y claro, como Raúl es así de gilipollas, eran unos 5 y le pegaron una buena paliza. Algunos de los nuestros que no vieron lo que paso se empezaron a encarar con los clones y se armó una buena, así que, ahora tenemos doble turno todos por parejas para que no peguemos ni a los clones ni nos peguen a nosotros.
No cabía en mi asombro, ¿Raúl se fue a pegar con Marcos y con sus amigos porque Marcos le dejó inconsciente por robar medicinas? no entendía nada, si se llegan a enterar los superiores del ayuntamiento de esto, se podría armar una más grande todavía.
Llegamos al centro, algunos policías ya estaban allí, mirando un tablón, en él estaban las parejas de policías y las zonas que abarcábamos cada uno. Me acerqué, respiré hondo, busqué mi nombre y al lado apareció el de Laura, solté el aire aliviada.
La busqué con la mirada, de pronto la encontré, me sonreían, ya sabía que yo iba a ser pareja durante las dos próximas semanas.
- Te he echado de menos- se acercó corriendo y me abrazó, sus brazos me rodearon el cuello y apretó lo suficiente para que un pequeño grito saliese de mi garganta. Se separó de mí, me tuve que tocar el cuello para aliviar el dolor. Laura apreció las marcas.
-¿Qué te ha pasado?
- Nada- me dirigí hacía la zona que nos tocaba cubrir, pero Laura me agarró la mano y me lo impidió.
-¿Cómo que nada? Miny, esto son marcas de que te han ahogado.
- No puedo contártelo.- Me miró con mala cara.
-¿Te han pegado y no me lo puedes contar?¿De verdad?
-Es que no es que solo me han pegado, es mucho más, son más cosas. Sabes que te lo contaría.
-Si quieres no me lo cuentes, pero prométeme que vas a tener cuidado.- la sonreí.
Comenzamos a andar. De pronto escuché un resoplido de Laura.
-¿Qué te pasa?- miraba hacia la derecha, había dos personas al fondo hablando.
-Eso me pasa.
-¿quiénes son?- me miró.
-Mery y Raúl, llevan un mes juntos- me paré en seco, estaban saliendo, no me lo esperaba, mi cara cambió por completo con aquellas palabras.-Mery ha cambiado mucho desde que están juntos.
-No te puedes hacer una idea.
Me miró sorprendida, no entendía mis palabras, quería saberlo, tenía que contárselo a alguien, pero tenía miedo de que me traicionase como Mery.
Estuvimos un momento en silencio, rodeábamos nuestra ubicación tratando de estar lo más alerta posible.
-Fue Raúl- sus cejas se levantaron, no sabía de lo que hablaba- Fue Raúl el que me ahogó, Mery estuvo allí mirando como casi me quedo en el sitio y ni siquiera se movió, miraba mientras agonizaba.- su cara cambiaba por momentos, de sorpresa a miedo.
Quiso responder, cuando un grupo de jóvenes apareció. Allí estaba, estaba Marcos, se reía con sus amigos, hasta que todos se percataron de nuestra presencia.
-¿No se puede estar aquí o qué?- era David el que hablaba, miré a Marcos, ignoré cualquier comentario de todos los jóvenes, esperé que él hablase, pero su cabeza estaba mirando al suelo. La levantó ligeramente, sus ojos se encontraron con los míos y no podía evitarlo, no podía apartar mis ojos de los suyos, mi corazón se empezó a acelerar, trataba de respirar hondo, para poder relajarme, pero mi cuerpo me lo impedía, cada vez iba más rápido. Ambos ignorábamos la conversación, solo éramos conscientes de que estaba empezando a subir de tono. Mi respiración comenzó a acelerarse. Mery pasó entre ellos y ellos pasaron a mi lado, yo no me moví, seguía mirándole sin poder evitarlo. Comenzó a andar como el resto de sus compañeros y pasó por mi lado, se paró, estábamos muy cerca, notaba su respiración en mi oreja, quería decirme algo, pero en vez de decírmelo se fue, detrás de sus compañeros. Su mano rozó la mía cuando se fue, mi vello se erizó sin poder evitarlo, mi respiración y mi corazón iban al mismo ritmo, completamente acelerado. Me di la vuelta, le seguí con la mirada, él se giró y me miró.
-Miny- una voz de fondo me devolvió al mundo, era Laura, fui tras ella, pero con él en mente.

viernes, 14 de noviembre de 2014

Capítulo 7

El aire no llegaba a mis pulmones, las manos que me oprimían el cuello lo impedía. Buscaba la forma de quitármelas de encima, pero no tenía la fuerza suficiente y cada vez era menor; los dedos de los pies poco a poco se me dormían, mi vista empezaba a nublarse. El miedo comenzó a invadir mi cuerpo, mis brazos no aguantaban más en alto buscando la cara de la persona que tenía encima, de pronto, se desvanecieron, cayeron al suelo con un peso muerto, daba por perdido aquel momento. Lo más irónico de todo es que iba a morir por defender aquello que yo jamás había defendido, jamás pensé que mi vida acabaría así, siempre pensé que moriría a manos de un clon furioso en una revolución, pero no, iba a morir a manos de un auténtico, de uno de los míos, iba a morir por defender la vida de los clones, su medicamentos. Ya no me quedaba aire, no sentía nada, ni dolor en el cuello, mi cabeza se giró tocando mi mejilla con el frío césped que se encontraba debajo de mí, traté de mantener los ojos completamente abierto el máximo tiempo posible, a la luz de una de las farolas, apareció María, observaba como alguien, al cual yo todavía no había conseguido reconocer, me mataba y no se movía, ni pestañeaba. Cerré los ojos, todo se volvió oscuro.
Un ataque de tos me despertó, me hizo incorporarme de golpe, me agarré la garganta, notaba el calor en las marcas que se me habían quedado mientras me ahogaban, mantuve la cabeza agachada hasta que la tos se me pasó, a mi lado Raúl estaba tendido en el suelo, con la cabeza sangrando, seguía siendo de noche, no habría pasado ni un minuto desde que había cerrado los ojos. Miré a los lados y una silueta estaba delante de mí, no conseguía reconocerle, llevaba una piedra en la mano con la que supuse que había golpeado a Raúl. Traté de reconocerle, pero no lo conseguía, hasta que la luz de una farola le alumbró, me sorprendió, a él no le esperaba, me acababa de salvar la vida cuando hace dos días casi le había matado yo, había sido Marcos.
- Llévatelo de aquí, y como venga alguien a por mí por esto, te juro que te encontraré y te mataré- tragué saliva, soltó la piedra en el suelo y se fue.
Cogí a Raúl por las piernas, me lo colgué a los hombros y me dirigí hacia la piedra, la cogí y me la llevé conmigo para que no hubiese ninguna prueba de lo sucedido, el camión de medicamento ya no estaba, me daba igual lo que había pasado con él. Me dirigí hacia la valla de mi casa. Raúl seguía totalmente inconsciente, le dejé en el hospital alegando que se había caído y me volví a mi casa.
Traté de dormir, pero no lo conseguía, solo la cara de Marcos aparecía, una lágrima se derramó por mi rostro, realmente no sabía de que era, sólo sé que lloraba y que tenía que ver con Marcos.

jueves, 13 de noviembre de 2014

capítulo 6

"Ding-Dong" llamé a la puerta de la casa de mi tio Carlos. Victor, mi primo me abrió la puerta.
-Hola- me sonrió al verme-¿qué haces por aquí?
Hizo un gesto con la mano para que pasase y acepté su invitación. Me dirigí hacia el salón, pase por un pasillo y llegué hasta él. Antes de sentarnos le contesté:
-¿Está tu padre?- afirmó con la cabeza-¿puedo hablar con él?
Víctor se dirigió hacia la puerta del salón, al lado estaban las escaleras, yo me senté tranquilamente en el sofá.
-¡Papá!- la voz de mi primo resonó en toda la casa.
Pasaron unos segundos cuando una voz de la parte más alta de la casa quiso saber que le pasaba.
-Ha venido Miny a hablar contigo, baja.
Mi tío no tardó nada en bajar, llegó al salón y se dirigió hacia a mí para abrazarme.
-¿No trabajas?- me preguntó intrigado, se sentó en un sofá que había al lado del que yo estaba sentada.
-Sí,-afimé-pero entro ahora, tengo turno de tarde.
¡Ah!- exclamó tratando de mostrar interés- bueno, ¿qué te trae por aquí?
-Ayer, cuando estuve en el muro, uno de los nuestros habló sobre la falta de medicinas dentro del muro, ¿tú sabes algo?-obviamente no le iba a decir que me enteré el día de la pelea con Marcos y mucho menos que Sergio me había contado todo.
Se quedó callado, no sabía que decir, se hacía el pensativo, pero si algo me había enseñado de pequeña él mismo era a saber quien miente y a él se le notaba demasiado.
-No, no se nada.- se detuvo un momento, trataba de hacerse el sorprendido. Contínuó hablando-¿quién te lo ha contado? quiero hablar con él para que me cuente lo que pasa y tome medidas.
Por dentro me reía, sabía que si le decía el nombre de Marcos le metería una buena paliza y luego le llevaría a la cárcel poniendo cualquier excusa como pretexto y no quería que le pasase nada. Y si le decía que Sergio, conseguiría que le echasen como médico.
-Son rumores que corrren, pero será cualquier chorrada. Da igual.
Nos quedamos en silencio los dos, fue un silencio incómodo.
-Me voy, que voy a llegar tarde a trabajar.- afirmó con la cabeza, los dos nos levantamos, le abracé y me fui. Nada más salir por la puerta, me fui corriendo hacia la ventana del salón, por suerte la cortina no estaba echada del todo y se podía ver, estaba hablando por telefono, al acabar salió corriendo del salón y se dirigió hacia l apuerta de la calle. Corrí hacia la esquina desde donde se podía ver la puerta de la calle. Salió de la casa y comenzó a subir la calle que estaba al lado de su casa. Esperé hasta que pasó el suficiente tiempo para verle, pero que no me podía escuchar. Leseguí, iba corriendo hacia la parte alta de la cuidad, donde el bosque hace frontera. Siguió corriendo por el bosque hasta que se paró, parecía que esperaba a alguien, me escondí detras de unos arbustos, vigilaba para que la persona que esperaba no viniese por detrás y me viese.
Pasaron 10 minutos, hasta que alguien apareció, no conseguía verle la cara. Me acerqué un poco más, para ver si podía escuchar la conversación y verle la cara a la otra persona, pero era imposible. Traté de moverme para cambiar mi ángulo de visión. Iba con cuidado, cuando de pronto pisé una rama seca, rápidamente me escondí detrás de un tronco trande. Mi corazón se aceleró en ese momento, empecé a escuchar pasos que se dirigían hacia mí. Dejé de respirar. Los pasos se pararon y empezaron a alejarse, volví a respirar. Me giré para ver quien era y mis ojos no daban crédito a lo que veían, María estaba allí, mis ojos empezaron a inundarse, no sabía como reaccionar, cuando Raúl, un policia apareció. Empezaron a hablar un poco más alto, pero lo seguía haciendo en susurros, pero esta vez, podía oirlos.
-Se hará esta noche, a las 11 os quiero a todos en el norte para cargar el camión con los medicamentos.
Con aquel comentario me valía para saber donde iban a estar, en la parte norte del muro es donde normalmente se entregan los medicamentos a los jefes del ayuntamiento de los clones. Lo que no lograba entender, es como María, mi amiga, la que se hacía pasar por defensora absoluta de clones, estuviese ahí.
Esta noche me tocaría dormir menos por estar ahí. Iba a ser todo muy largo, pero los medicamentos iban a volver llegar a los clones

miércoles, 12 de noviembre de 2014

Capítulo 5

Abrí los ojos, la luz del sol se colaba por las rendijas abiertas de la persiana. Consigo alcanzar el móvil que está en la mesilla que está al lado de mi cama, son las 10'30, hoy no me tocaba trabajar, por suerte, porque no me apetecía nada. me quedé tumbada mirando el techo con el edredón hasta el cuello intentando que no se escapase nada de calor. Trataba de no pensar en nada, pero solo se me venía una cosa a la mente: "¿Por qué Marcos iba a mentir por el tema de las medicinas?" Es que no llegaba a comprenderlo, era algo ilógico. Cualquiera de los auténticos le podría haber denunciado, yo todavía no se por qué no lo he hecho, aunque creo que tampoco voy a hacerlo, ya le castigué lo suficiente con la pelea. seguía buscando la lógica, pero no la encontraba, si fuese mentira, antes iría al ayuntamiento del muro, no le iban a hacer caso, pero sería más creíble. Ir directamente a por un auténtico es pena de cárcel, ¿Quién se arriesgaría por una mentira? ¿Y si es verdad? Pero seguía sin entender por qué nosotros íbamos a robarles las medicinas, bueno, yo siempre había pensado que era la forma más fácil de matarlos o una de ellas. No creo que nadie de los nuestros fuese a matarles. Me quedé mirando el techo, tratando de entender todo. ¿Y si sí les querían matar?
De desarropé corriendo, salté de la cama, me vestí con unos vaqueros, una camiseta cualquiera y una sudadera. Me fui al baño, me lavé la cara y me peiné. Salté por la ventana y a la carrera me dirigí hacia la parte interior del muro.
No sabía si iba a conseguir algo, pero el médico que trabaja en el muro, es amigo mío, es un auténtico.
Llegué al hospital, esta cerca de la plaza menor, en una calle que salía. Entré corriendo y me encontré con Sergio, el médico, nada más entrar.
Al verle me paré en seco, tragué saliva y cogí aire.
-Necesito hablar contigo- me miró sin saber que pasaba.
-Claro, ¿Qué pasa?
-¿Podemos ir a un sitio más tranquilo?-afirmó con la cabeza.
Le conocía desde hacia bastante, como todos en la ciudad habíamos ido al mismo colegio y nosotros fuimos buenos amigos y esa amistad seguía existiendo.
Entramos en una pequeña sala, dónde solo había una mesa y un esqueleto de plástico.
-Dime- estaba preocupado
-¿Sabes algo de robos de medicinas?- me miró extrañado.
-Claro, es de hace 2 meses, nos desaparecen medicamentos, bueno, más bien, no llegan. - se quedó en silencio unos segundo- pero se lo conté a tu tío, ¿ no te ha dicho nada?
Aquel final de la frase me dejó completamente noqueda, no sabía ni que responder.
-¿Miny?- intentó que reaccionase -¿No sabes nada?
Negué con la cabeza.
-Que va, a mí no me han dicho nada, y al resto de los que estamos en el muro tampoco, o por lo menos no de mí grupo.
-Pero si le dije a tu tio que os lo dijera a vosotros porque eraís los que estaríais más atentos y podríais impedirlo.- Se frotaba las manos y movía la cabeza, no entendía nada de lo que estaba pasando . - Estoy flipando de verdad. Cada vez llegan menos medicamentos, se está empezando a desestabilizar un poco todo.
-Pero si parece que está todo muy tranquilo.
-¿Tú crees que con vosotros delante armarían algún tipo de protestas?
-No, claro es lógico- nos quedamos callados, en silencio
-Miny, necesitamos los medicamentos- su voz era de completa preocupación.
-Los tendrás.
Su cara era de asombro, no sabía que decir, buscaba las palabras adecuadas.
-Hombre, sabes que yo confio en ti, pero eres tú y tu tio y- paró un  momento- es todo Miny. Eres una chica increíble y te conozco de toda la vida, pero... . -No terminó la frase.
-Te lo prometo, mi tio no se va a enterar de nada, dame una semana, en una semana tienes aquí los medicamentos. De verdad, te lo prometo.

martes, 11 de noviembre de 2014

Capítulo 4

Golpeé el saco con todas mis fuerzas, las costillas me dolían con cada golpe por la pelea del día anterior con Marcos, pero seguía golpeando, dos veces seguidas con la derecha y luego cambio con la izquierda, cada 5 series de golpes, lanzaba una patada. Y así llevaba más de dos horas, el sudor me recorría el cuerpo, notaba como bajaba por mi frente. Cada golpe era un esfuerzo más, cada vez me costaba más respirar, las costillas me presionaban contra los pulmones demasiado, supuse que era por el momento en el que Marcos me presionó el estomago, parecía que las costillas cedieron ligeramente.
Me fui a duchar y volví a casa, hoy me toca día de tarde en el muro, no me hacía mucha gracia, hay más clones en el turno de tarde, pero es lo que tocaba.
Travesé por el bosque y me encontré con Javi, me tocaba hacer el turno con él, cuando íbamos dirección a la plaza mayor, me acordé de lo que me había dicho Marcos el día anterior.
-Sabes, ayer cuando me pegaron, me dijeron que les estábamos robando medicamentos. Cada día me cuesta más entender como funcionan.- Me reí con el comentario y Javi esbozó una sonrisa.
-Dios, es que ya no saben que inventarse. Además, ¿para qué íbamos a robarles las medicinas si aquí ya tenemos?- levantó la cejas tratando en entender la respuesta a su pregunta.
- Yo se las dejaría de suministrar, a ver si se morían todos- hice una pequeña pausa- y nos dejaban en paz. Jamás llegaré a entender estos experimentos.
Traté de pensar sobre el origen de esto, lo habíamos tenido que estudiar en el colegio, en biología, en la rama de genética y laboratorios, era lo más esencial. Sacaba buenas notas en la asignatura, pero la repudiaba, no me gustaba saber por qué de la existencia de los no auténticos.
-Ya sabes, para que la vida sea mejor y más fácil.- se quedó en silencio, un grupo de clones pasó por delante de nosotros y se nos quedó mirando. Prefirió que no nos escuchasen, en su territorio todo era más complicado, en él nosotros somos intrusos y no somos bien recibidos exactamente.- A mí lo único que me proporcionan es trabajo.- Se rió por lo bajo- y tocarme los cojones y mucho.
Los dos nos reímos, estuvimos un rato tratando sobre el tema, hasta que tuvimos que volver de nuevo a la cuidad, fuera del muro. Era la hora del toque de queda, las 10 de la noche, ningún clon puede estar fuera del muro y ningún auténtico dentro, si sucede, es pena de cárcel. Sólo pueden estar dentro del muro los auténticos que son guardas nocturnos, a mí nunca me ha tocado ese turno, pero tampoco es que me haga especial ilusión.
Dejé a Javi en la plaza donde no habíamos encontrado, la verdad es que la cuidad dentro del muro no era grande, vivían unos 700 clones, fuera de él somos unos 10000. El muro esta organizado por zonas, de la plaza salen varias calles y estás llevan a diferentes urbanizaciones, la mayoría de ellas ramificadas con más calles, pero no era muy grande. 3 bares, un campo de fútbol, un polideportivo con pistas de baloncesto, tenis, padel y frontón, dos plazas, la principal y la menor, y una iglesia y un ayuntamiento. En el ayuntamiento, únicamente hay clones y son los que rigen el muro, siguen las ordenes del alcalde de la ciudad.
Me daba mucha pereza salir por el muro e ir a mi casa por el camino largo, así que acorté. Iba hacia el campo de fútbol cuando reconocí de inmediato a los jóvenes que jugaban, entre ellos estaba Marcos, con la cara hinchada y morada, no corría muy ágil detrás de la pelota, pero conseguía hacer algo.
Cuando pensaba que no me había visto, su mirada se clavó en mis ojos, creo que una sensación de remordimiento me hizo quitar la mirada de sus ojos, cabizbaja continué andando hasta llegar al bosque, desde allí, detrás de un árbol, me quedé mirándole, no podía evitarlo.
Volví a casa, me tumbé en la cama y de nuevo en mi cabeza apareció la cara de Marcos, primero jugando al fútbol, era el recuerdo de minutos atrás, y luego su cuerpo desvanecido por completo en el césped sangrando. El miedo me invadió, ¿por qué le dejé ahí? Se supone que mi trabajo es protegerles, pero le destrocé, le dejé inconsciente, no le protegí

lunes, 10 de noviembre de 2014

Capítulo 3

-¡Cariño! ¿Qué te ha pasado?- la voz de mi madre sonaba muy preocupada, tenía la cara llena de moratones con la pelea con Marcos de esta mañana.
Negué con la cabeza para que no se preocupara tanto. Toda la familia me miraba, teníamos comida familiar.
-Nada, estoy bien
-¿Pero como vas a estar bien? Si estas llena de moratones y tienes el labio roto.- Mi tía Luisa buscaba saber la verdad, al igual que el resto de la familia, pocas veces había llegado tan mal a casa.
-Me ha pegado un gilipollas.- Miré al suelo, supuse la reacción de mi familia, todos sin entender por qué me había dejado pegar por alguien como si fuese mi mayor pasión acaba llena de sangre.
-¿Pero por qué te has dejado pegar?- Mi tío Carlos era el jefe del jefe de mi jefe resople sin ganas de responderle.-¿Cuántos eran?
No levente la mirada del suelo, me daba vergüenza.
-¿Eran tres?- seguí callada.
Una carcajada se escuchó desde el fondo del salón era de mis primos, Carlitos, José Miguel, Víctor, Lucia y Guille. Todos eran mayores que yo y sus vidas eran prácticamente perfectas.
-¿Menos?- mi tío seguía insistiendo, me senté en una banqueta al lado de mi primo Fernando, que no hablaba ni se reía, noté su mirada de pena posada en mí, pero no le quería mirar, me daba vergüenza.
-¿Uno?- mi tío Carlos llegó a donde me había sentado- ¡¿Te ha pegado un clon y te ha hecho eso?!- Golpeó la mesa con rabia- ¿Para esta mierda os educamos? Para que llegue uno y casi te mate.
- Tampoco ha sido para tanto- le contesté entre dientes, intenté que no me escuchase, pero lo escuchó todo el salón que estaba en silencio.
De uno una carcajada se escucho en el fondo contrario del salón, esta vez provenía de mi tía Luisa, la mujer de Carlos. La miré con odio ella no había hecho nada en su vida, y la verdad, no me caía nada bien.
-Bueno, vamos a dejar el tema y vamos a comer.- La voz de uno de mis tíos rompió la situación que se estaba viviendo. Mi corazón había comenzado a ir más rápido de lo normal, estaba muy cabreada, nadie en mi familia respeta mi trabajo porque no soy como el resto de mis primos que tienen buenos trabajos en las principales empresas de la cuidad. Al principio cuando dije que quería ser policía, todos se alegraron por seguir los pasos de mi tío Carlos. Pero con el paso del tiempo eso ha ido desapareciendo y ese respeto y todo ha pasado a ser un sentimiento de repudió hacia mi persona o eso es lo que me hacen sentir cuando estoy con ellos. La verdad es que las comidas familiares no eran de mi agrado, solo me gustaba estar por mi primo Fernando, es el único que me cae bien de la familia, además de mis padres, claro.
-¿Y quién te ha pegado?- mientras comíamos mi tío siguió con la conversación, y la verdad no me apetecía mucho hablar del tema.
Con esa pregunta la cara de Marcos se me vino a la mente, recordé cuando su pierna me presionaba el estomago y me pegaba. Mi primo Fernando en ese momento me cogió la mano y con un dedo me escribió una palabra en la mano "NO".
- No lo sé- todos tenía cara de asombro.
-¿No sabes quien te ha pegado?- Carlos trataba de relajarse.-Espero que al menos le pegases una buena paliza. -Afirme con la cabeza.
-¿Ah pero que sabes hacer algo?- mi primo Víctor intervino en la conversación.
-Le dejé inconsciente.
Tras esa contestación todos se quedaron callados y siguieron comiendo.
-¿Os habéis enterado de la nueva ley que quieren proponer los pro-clones?- mi tío pedro, trató de sonar natural con el tema, pero su hijo, Fernando era de esos pro-clones.-Quitar el toque de queda del muro. ¿Pero qué se creen que tienen derechos o algo así?
-Pasear de un lado a otro como nosotros, ya no saben que inventarse- Josefina, mi tía también, se unió a la conversación.
-No se  va a llevar a cabo, dentro del muro nadie habla de ello, ni siquiera los principales-son los alcaldes del muro- no va a salir.- Mi voz sonó más tranquila que antes.
-¿Y si se empiezan a alterar?- me preguntó mi padre.
Sonreí con aquella pregunta.
-Estamos preparados, los muros están preparados y nosotros también. - mi voz sonaba desafiante.
-¿Y qué les vais a hacer?¿Matarles si se sublevan?- Fernando salió a su defensa.
-Por ejemplo, le miré- me empecé a reír.-¿Qué quieres que hagamos? ¿Dejarles que nos maten?
-Por ejemplo- Fernando se levantó de la mesa y se fue de la casa. La conversación siguió por el mismo camino, les explique como estaba todo y que si sucedía algo, ninguno sobreviviría.
Al llegar a casa me puse el pijama, me senté al borde de la ventana y a la mente solo me venía una imagen, la de Marcos tirado en el suelo totalmente inconsciente ¿seguía vivo? Creo que no le hice tanto daño como para matarle. No sé, ¿y si a lo mejor le había matado? Mire por la ventana, se veía el bosque que daba a la parte interna del muro.
Me fui a dormir y en mi cabeza solo estaba el cuerpo desvanecido de Marcos.

Capitulo 2

Nos reunimos todos en casa de Juan Carlos por la tarde, para tomar algo. Llegué la última, algo poco normal en mí, pero me había tenido que pasar por casa de mi madre para coger unas cosas.
-Ya os lo dije, esta niña está muy despistada últimamente- era la voz de Lourdes, hizo reír a todos los que estaban allí.
Entre en el salón de la casa de Juan Carlos, era blanco entero, parecía enorme, y era enorme, aunque el contraste de la luz y el blanco lo hacían más grande de lo que era. Tres sofás, todos distintos, pero al igual que la casa, también eran blancos con unos cojines de diferentes colores que resaltaba. En medio de los tres sofás una mesa y en frente una enorme televisión.

Todos estaban sentados en los sofás, y me miraron al entrar por la puerta. Reconocía a todos al momento. Lourdes, Nacho, María, Cristina, Sara, Laura, Javi y Pablo, todos ellos eran auténticos. Realmente, ningún auténticos se une a los clones, muy poca gente conozco que se lleve bien con ellos y ellos tampoco son muy abiertos a mantener una relación con nosotros y es entendible, en el fondo nosotros somos sus superiores y esas relaciones, no suele cuajar, así que es absurdo. 
-Miny- así me llama todo el mundo, aunque no es mi verdadero nombre, solo un apodo que me pusieron cuando era pequeña y me quedé con él- ¿Tú desde cuando llegas tarde?- La voz de Juan Carlos era de burla por completo.
Todos se rieron con él, mi risa fue demasiado falsa e irónica para responder a aquel comentario. Cogí una silla que había en la mesa que estaba al lado de las ventanas y me puse dando la espalda a la tele, en el único lado de la mesa donde no había sofás. 
- Me he pasado por casa de mi madre a recoger unas cosas. - Todos se miraron y parecía como si supiesen algo que yo no sabía y no tenía del todo claro si me lo iban a contar.
Se hizo un silencio, algo incómodo para mí, pero el resto estaba bastante relajados comiendo pipas, palomitas y bebiendo diferentes bebidas que había sacado Juan Carlos. Me miró María, levanté las cejas esperando la pregunta que suponía que iba a llegar, María quitó los ojos de los míos y al bajarlos, la pregunta surgió de su boca:
-¿Qué tal con Nacho?- Mi cara cambió de un momento a otro, me quedé pensando un momento, todos me miraron, ni siquiera sabía de que me estaban hablando.
-¿Qué Nacho?- se miraron con una cara vacilante.
- Nacho tu vecino, el guapo, no nos lo niegues, sabemos que estas con él- cada palabra que pronunciaban me hacia quedarme más boquiabierta y trataba de comprender que les había llevado a ese pensamiento. 
- No voy ni a preguntar.- hice una pausa-Nacho está con Luisa la hermana de Carlos. 
Todos se miraron entre ellos, no sabía que responder. Cristina rompió esa situación con una pregunta:
- ¿El hijo de José el panadero?- afirme con la cabeza.
Se quedaron todos pensando un momento, intentando saber como había llegado a esa situación, y a entender como Nacho, mi vecino, estaba con Luisa.
-Cambiando de tema, Alex, ¿cómo estás? - tenía algunos moratones en la cara de la pelea de esta mañana y el labio roto. 
-Me duele un poco, pero estoy bien, gracias.- todos estábamos mirando a Alex y el mantenía la cabeza agachada.
-Pero ¿Qué les has hecho para que te peguen?- levantó la cabeza con rapidez al escuchar aquella pregunta, su ojos estaban furiosos.
-Nada, te lo juro, putos clones de mierda, son unos gilipollas- María se inclinó hacia el sofá para apoyarse.
-Ya, seguro que tú no has hecho nada.
-María, te lo juro, no les hice nada, tú no estas dentro del muro.Allí dentro van todos de prepotentes y chulos. Se creen algo y no son nada- miré a María, cada vez estaba más cabreada, ella defiende los derechos de los clones y los respeta, es un tema que entre nosotros crea controversia, la mayoría como yo, no le consideramos ni personas, porque en el fondo no lo son, solo los alteraciones de laboratorio, pero gente como María, Juan Carlos y Cristina sí lo defiende, lo cual en el grupo a veces crea un problema.
- Dijeron algo de "medicamentos" antes de empezar a pegarme.
-Como siempre, siempre son ellos los que empiezan. -María seguía intentando defenderles.
-No sabes como son dentro del Muro.- Intenté calmar los ánimos con aquel comentario. Esta vez, el silencio fue incómodo para todos. Juan Carlos fue capaz de cambiar de tema para olvidarnos de lo que siempre nos acaba enfrentando.
A las doce de la noche volví a casa, finalmente la tarde trascurrió sin percances y no volvió a salir el tema de los clones. Me acosté nada más llegar.En mi familia, nadie tiene clones, todos consideramos que no vale para nada tenerles, simplemente son un gasto más para la familia y una molestia y al final para lo que sirven es para joderte, así que para eso es mejor no tener nada.
La verdad es que lo de tener clones en la familia, es algo reciente, se comenzaron a tener hace 3 generaciones y cada vez hay más, lo cual es horrible porque al final es más gente en el mundo como si ya no hubiese mucha gente. Y en cada ciudad, hay que crear una zona donde puedan vivir y esa es la zona del interior del muro. Allí los clones empiezan a vivir a los 16 años, se les proporciona una casa en con el dinero de los auténticos y todo lo que hay dentro del  muro esta hecho con nuestro dinero, pero luego ellos no nos devuelven nada y nos tratan como seres despreciables cuando estamos dentro de él. Así que al final lo único para lo que sirven es para joder y arruinarnos. 
Al día siguiente, me volví a vestir con la ropa de trabajo, hoy me iba a tocar hacer el turno sola, Lourdes tenía descanso. Llegué como siempre a las 9 de la mañana, la actividad dentro del muro, ya había comenzado, los más jóvenes que no trabajaban fuera, trabajaban en la obra, las mujeres en las casas de los auténticos y los hombres barriendo y limpiando las calles fuera del muro. Estuve tranquilamente vigilando la parte norte, todo parecía bastante tranquilo, cuando alguien por detrás se me abalanzó, me caí contra el suelo, antes de golpearme en la cabeza conseguí colocar las manos y evitar que fuese algo más grave. Me giré, no me dio tiempo a levantarme, Marcos colocó su rodilla en mi estómago y me pegó un puñetazo en la cara sin pensárselo. En ese momento mi cabeza comenzó a dar vuelta y la boca me empezaba a saber a sangre. Conseguí darle un puñetazo en la nariz y cayó al suelo.
-Devolvernos las medicinas- me quedé algo parada con aquel comentario.
-Nosotros no os hemos quitado nada, aunque deberíamos de hacerlo para que os pudráis todos. Me iba a pegar otro puñetazo, lo conseguí esquivar y mi codo se clavó en la columna, cayó al suelo y en el suelo le pegué dos patadas en las costillas, como el día anterior. Me arrodillé, le clave la rodilla en el esternón para que dejará de respirar.-Como vuelvas a tocar a uno de los nuestros te mato.
Le solté otro puñetazo y ahí se quedó, tendido inconsciente en el césped. Me volví a mi casa para curarme. Yo no sé de donde se había sacado la idea de que le robábamos medicinas, con tal de destruirnos, hacen lo que sea.