viernes, 14 de noviembre de 2014

Capítulo 7

El aire no llegaba a mis pulmones, las manos que me oprimían el cuello lo impedía. Buscaba la forma de quitármelas de encima, pero no tenía la fuerza suficiente y cada vez era menor; los dedos de los pies poco a poco se me dormían, mi vista empezaba a nublarse. El miedo comenzó a invadir mi cuerpo, mis brazos no aguantaban más en alto buscando la cara de la persona que tenía encima, de pronto, se desvanecieron, cayeron al suelo con un peso muerto, daba por perdido aquel momento. Lo más irónico de todo es que iba a morir por defender aquello que yo jamás había defendido, jamás pensé que mi vida acabaría así, siempre pensé que moriría a manos de un clon furioso en una revolución, pero no, iba a morir a manos de un auténtico, de uno de los míos, iba a morir por defender la vida de los clones, su medicamentos. Ya no me quedaba aire, no sentía nada, ni dolor en el cuello, mi cabeza se giró tocando mi mejilla con el frío césped que se encontraba debajo de mí, traté de mantener los ojos completamente abierto el máximo tiempo posible, a la luz de una de las farolas, apareció María, observaba como alguien, al cual yo todavía no había conseguido reconocer, me mataba y no se movía, ni pestañeaba. Cerré los ojos, todo se volvió oscuro.
Un ataque de tos me despertó, me hizo incorporarme de golpe, me agarré la garganta, notaba el calor en las marcas que se me habían quedado mientras me ahogaban, mantuve la cabeza agachada hasta que la tos se me pasó, a mi lado Raúl estaba tendido en el suelo, con la cabeza sangrando, seguía siendo de noche, no habría pasado ni un minuto desde que había cerrado los ojos. Miré a los lados y una silueta estaba delante de mí, no conseguía reconocerle, llevaba una piedra en la mano con la que supuse que había golpeado a Raúl. Traté de reconocerle, pero no lo conseguía, hasta que la luz de una farola le alumbró, me sorprendió, a él no le esperaba, me acababa de salvar la vida cuando hace dos días casi le había matado yo, había sido Marcos.
- Llévatelo de aquí, y como venga alguien a por mí por esto, te juro que te encontraré y te mataré- tragué saliva, soltó la piedra en el suelo y se fue.
Cogí a Raúl por las piernas, me lo colgué a los hombros y me dirigí hacia la piedra, la cogí y me la llevé conmigo para que no hubiese ninguna prueba de lo sucedido, el camión de medicamento ya no estaba, me daba igual lo que había pasado con él. Me dirigí hacia la valla de mi casa. Raúl seguía totalmente inconsciente, le dejé en el hospital alegando que se había caído y me volví a mi casa.
Traté de dormir, pero no lo conseguía, solo la cara de Marcos aparecía, una lágrima se derramó por mi rostro, realmente no sabía de que era, sólo sé que lloraba y que tenía que ver con Marcos.

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